Zaragoza
Sobrio
«Ala tercera, la vencida». Así empezaba la crónica del Espanyol-Real Madrid. Y proseguía: «No conocía el Madrid la victoria fuera de su casa...». ¡Horror! ¿Y el 0-6 de Zaragoza? Mea culpa. Cualquier aficionado madridista que leyera la pieza, si es que después de la metedura de pata la terminó –yo me hubiese abstenido–, estaría en su derecho de pensar que el cronista escribió afectado por una curda de mil demonios.
Pues, no, estaba sobrio. ¿En qué estaría pensando? Supongo que en el cierre de la edición, en los siete españoles que alineó Mourinho al final o en que la conexión lusa –Pepe, Carvalho y Coentrao– no es más fiable que la española, ni siquiera indispensable. O tal vez en que Kaká se ha reencarnado, en que el Sporting se las hizo pasar canutas de nuevo al Barcelona y en que el Atlético practica ese deporte tan maravilloso que se llama fútbol –llegarán los buenos resultados, paciencia–. Y mucho más tarde, en el artículo que Gaspar Rosety escribió en defensa de Julio Meana y en el que aparecía el nombre de Ramón de Llano como si fuera el político del Bloque que intentó chantajear al primero.
Baile de palabras, De Llano era el secretario territorial a quien el aprendiz de sátrapa quería laminar sirviéndose de Meana, que no pasó por el aro y se enfrentó a un proceso penal que, tiempo después, va a ganar. Suele suceder que cuando los errores propios colisionan con el orgullo la rectificación no es sino una mala justificación o un ataque injustificable. No hubo mala fe en el olvido, aunque alguien siga pensando que estaba beodo; para mala baba, la del político del Bloque.
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