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Para comer tranquilos
Los temores subjetivos son casi consustanciales al ser humano. Es frecuente que no nos asusten – y que asumamos con más temeridad que valor– algunos peligros objetivamente contrastados y que, sin embargo, nos inquieten hasta la desmesura pretendidos riesgos que carecen de fundamento real para generar actitudes preventivas desproporcionadas. Todo ello se cumple al pie de la letra en el caso de la seguridad alimentaria. Muchos consumidores «se plantan» frente a productos y prácticas que erróneamente califican como «de riesgo», a la vez que obvian, al comprar, cocinar o consumir, aspectos básicos de la higiene alimentaria. La producción primaria viene siendo un socorrido recurso para dar asiento a muchos temores infundados. Así, plaguicidas, alimentación animal… y las más diversas prácticas agrícolas, se han visto constituidas en tabúes por una sociedad mal informada. Se ha querido asimilar lo «natural» (¿quién delimita sus fronteras?) a lo bueno, seguro, inocuo… Y lo que no es bendecido con aquel calificativo, auque tampoco cabría tacharlo de «artificial», ve eliminada su «presunción de inocencia». No es que sea simplemente peor: es que –a juicio de los desinformados– es sencillamente peligroso, malo. Es evidente que tal argumentación no se sostiene. Aunque muchos no lo entiendan. Cuando algo no se entiende, es necesario entrar en las causas de las cosas. El «qué», se formularía afirmando que la producción primaria es segura. Y su «por qué», se sustenta en una producción primaria más profesionalizada y consciente de lo que muchos podrían suponer. Con todo, la clave no está sólo en su buena praxis. La verdadera clave radica en que el productor primario esté integrado, a todos los efectos, en una visión integral de la cadena, desde el campo a la mesa. La interacción permanente y entendida como alianza entre el productor primario y los restantes eslabones de la cadena agroalimentaria es importantísima para que aquél pueda dar una respuesta solvente a las exigencias de seguridad y calidad que la sociedad le demanda.
José Ignacio Arranz es director general del Foro Interalimentario
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