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Carnaval

Cruces y fuegos de mayo en Tenerife

La Villa de Los Realejos, situada en el norte de la isla de Tenerife, celebra más de 80 fiestas populares y presume de ser el pueblo más festivo de España. De entre todas sus fiestas, destaca especialmente la festividad de las Cruces y Fuegos de Mayo, que recientemente ha obtenido la declaración de Fiesta de Interés Turístico de Canarias, convirtiéndose en la primera de las fiestas de la Islas Canarias a la que se le otorga esta distinción por el Gobierno canario.

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Hoy en día Los Realejos cuenta con cerca de tres centenares de este símbolo cristiano, que en capillas, fachadas, templos, casas particulares, ocupando cabeceras de calles, riscos y peñas en el mar y en el monte, serventías, caminos reales, miradores o simplemente clavadas en el suelo, son signos de identidad de la Villa.

Los enrames florales son parte esencial de la celebración de este especial día del 3 de mayo. Capillas, ermitas y cruces de pared, independientemente de su ubicación, amanecen con sus mejores galas, cumpliendo así con la centenaria tradición. Son miles los turistas y visitantes que acuden ese día para admirar y disfrutar de los monumentos florales que el fervor realejero levanta a los pies de sus cruces.

Una de las exhibiciones pirotécnicas mayores de Europa

Este día la pólvora adquiere un protagonismo que no tiene parangón en otros lugares. Desde el mismo amanecer se comienzan a escuchar los voladores y sus ecos recorren todos los rincones del Valle de La Orotava. Al mediodía, después de la primera procesión de la Cruz, tiene lugar junto a la iglesia de Santiago Apóstol una espectacular y ya tradicional traca que a nadie deja indiferente. Pero es después del anochecer cuando tiene lugar la grandiosa exhibición pirotécnica, considerada como una de las mayores y más importantes de Europa, pues es capaz de reunir, durante cerca de tres horas a miles de visitantes y turistas venidos de todas partes, en los miradores, carreteras, arcenes, plazas y demás rincones del municipio.

Pero detrás de estas celebraciones y de la gran exhibición de fuegos de artificio, hay una circunstancia que ha sido fundamental para la supervivencia y desarrollo de las mismas, en lo que a las calles de El Sol y de El Medio se refiere: la rivalidad – "el pique"– entre ellas, que se remonta a 1770 y a la existencia de dos clases bien diferenciadas: los propietarios de las tierras por donde discurría la calle de El Medio, también conocida como calle de los Marqueses, y los medianeros y pequeños campesinos de la calle de El Sol.

Es digno de mención el esfuerzo de los vecinos, tanto moral como económico, para llevar a cabo estas Fiestas de Cruz, pues no reciben subvenciones ni ayudas oficiales de ningún tipo, algo que le da a estas fiestas un carácter único.

Tras casi dos siglos y medio, ya son muchos los testimonios recogidos de gentes venidas de toda España y de otros países, atraídas por el reclamo de unas fiestas tranquilas, seguras y espectaculares, y que acuden a Los Realejos exclusivamente por estas fechas. Esta afluencia de público se estima en unas 50.000 personas cada año.