El rock de la clase media

La cultura musical de un país no la proporcionan los grandes nombres, las «leyendas del rock» de las que presumir. Tampoco puntúan en sentido negativo los frikis que graban un vídeo musical abochornante para que alguien les preste atención. Para determinar la salud de la escena musical hay que mirar a esa clase media en desaparición, esas bandas que, sin ser revolucionarias, sin opositar a genios, saben hacer canciones. Buenos artefactos pop con estribillos coreables, buen humor, que se presten al disfrute individual y en guateque; en festival y en sala de conciertos. Para rendir culto a ese propósito llegó Mäximo Park, una banda de Newcastle que, criada en el «indie», se metió en el bolsillo al gran público con «Our Earthly Pleasures» (2007), un disco lleno de canciones bonitas y divertidas. Pero qué difícil es hacerlo bien.

La banda presenta en Madrid «The National Health», un disco en el que parecen preguntarse por la salud (quizá musical) de una nación. Un disco irregular, que ha sido recibido con disparidad de opiniones, pero que es mejor que su predecesor, «Quicken the heart», bastante alejado de sus mejores momentos, y probablemente la razón por la que no alcanzaron un éxito masivo. Aunque sin duda es en el directo donde Mäximo Park revelan sus mejores cualidades. En primer lugar por la arrolladora simpatía de su líder, Paul Smith, y su sempiterno bombín. Hasta en las más difíciles circunstancias (se vio este año en San Sebastián, donde fallaron los teclados y el sonido fue desastroso) da la cara y es capaz de arrancarle al público bailes y, lo que es más difícil, sonrisas. Ellos son la prueba de la buena salud (vaya novedad) de la música británica. Por éste y otros prodigios, viva la clase media.