Artistas

CRÍTICA DE TEATRO Victoria a través del espejo

«El oratorio de Aurélia»Creación y dirección: Victoria Thierrée Chaplin. Intérpretes: Aurélia Thierrée y Jaime Martínez. Festival de Otoño en Primavera. Teatro Español. Madrid.

Aurélia Thierrée, en una escena de «El oratorio de Aurélia»
Aurélia Thierrée, en una escena de «El oratorio de Aurélia»larazon

Bébeme. Cómeme. Sigue al conejo blanco entre la nieve, aunque aquél sea una silueta y los copos una fina pantalla rodante. Alicia, o sea, Aurélia, se adentra en su particular País de las Maravillas, un lugar caótico y hermoso de telones de terciopelo rojo que tiemblan con vida propia, de teatrillos de títeres en los que éstos son el público, y de dioses y fieras de encaje blanco que devoran la pierna de la protagonista… nada que un par de ganchillos no pueda arreglar en un momento. Todo es posible cuando se cuenta con la más poderosa arma de construcción masiva, la imaginación.Aurélia Thierrée, cara de niña grande, todo gesto y belleza, asombro forjado en un rostro presidido por grandes ojos de cómic, surge pierna a pierna y brazo a brazo de una cómoda con cajones de geometría imposible. Aurélia cruza el espejo para balancearse en guiños circenses y bailar con su sombrerero loco particular, Jaime Martínez, en un mundo de objetos con vida propia, percheros en movimiento, trenes eléctricos y gabardinas animadas. En el País de Todo Al Revés, los ratones cazan gatos y las sombras arrastran sus cuerpos por el suelo.Aurélia quizá sea en realidad el trasunto de su propia madre, la autora tras el espejo de este oratorio sin oradores, un pedazo de pastel para viajar con una sonrisa a la infancia, un mundo invertido sin apenas palabras pero con mucho teatro. Y Victoria, la creadora, es Victoria Thierrée, apellido de casada, y Chaplin, de soltera. De casta le vendrá al galgo –es hija del gran Charles Chaplin–, aunque bien ganada esté su reputación al margen de genealogías ilustres. Porque hay en este pequeño gran juguete de teatro visual y gestual llamado «El oratorio de Aurélia» esa magia que chisporrotea en algunas –pocas– funciones, y que mantiene al espectador sonriendo y encantado con la sensación de ver algo especial. Todo un acierto de este primer Festival de Primavera (me van a perdonar el nombre completo, oficial y absurdo) traer por fin a Madrid este éxito que lleva varios años de gira. Ojalá veamos otros mundos fantásticos de Victoria y Aurélia.