Murcia
OPINIÓN: Cuerpos normativos por Pedro ALBERTO CRUZ SÁNCHEZ
En la edición de ayer de este diario, aparecía una noticia en torno a la polémica generada por la extrema delgadez de la modelo surafricana Candice Swanepoel, participante en la última campaña de la marca de ropa interior femenina Victoria's Secret. Lo cierto es que hablar de «extrema delgadez» cuando se mira el cuerpo de esta señora constituye cuanto menos un eufemismo, ya que su arquitectura física raya en lo monstruoso. Parece increíble que, a las alturas en que nos encontramos, una firma internacional como la referida se atreva a sancionar un atentado contra la salud como es el cuerpo de Swanepoel. Se podrá objetar, no obstante, a este primer comentario que uno de los grandes derechos que ha conquistado la sociedad contemporánea para el individuo es la libertad a la hora de construir de su cuerpo. Y estarán en lo correcto quienes así opinen. Pero una cosa es construir el cuerpo propio en la manera en que cualquier subjetividad lo desee, y otra muy distinta es que un determinado canon de corporeidad se imponga en la práctica, hasta el extremo de convertirse en una forma extrema de normativismo.
Precisamente, uno de los principales caballos de batalla del feminismo ha sido luchar para que todos los cuerpos sean posibles. La artista Susana Aguilar –por ejemplo- no dudó en mostrar su obesidad, como un modo de enfatizar el hecho de que hay mucha vida más allá del asfixiante perímetro que marcan los medios de comunicación. Frente a todos aquellos artistas y no artistas que trabajan por establecer la cotidianeidad como un marco privilegiado para el desarrollo de una «política del cuerpo» –esto es, el cuerpo como un lugar de resistencia, de disidencia, de desacato a la autoridad-, nos encontramos con tendencias que operan en sentido contrario, y que pretenden despolitizar el cuerpo mediante su transformación en una mercancia, cuya capacidad experiencial se ve arruinada por el sometimiento a unos patrones absolutamente restrictivos. El caso de Candice Swanepoel es sencillamente repugnante. Una sociedad supuestamente madura y democrática como la nuestra no puede consentir el sacrificio de un sujeto y de un cuerpo como el de esta modelo, que, durante estos días, se ha convertido en paradigma de la depravación de la que es capaz una realidad igualadora y voraz en su estrategia de destrucción de la diversidad.
Pedro ALBERTO CRUZ SÁNCHEZ
Consejero de Cultura y Turismo
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