«El rito»: Porco Diablo

«¿Esperabas cabezas vueltas, puré de guisantes?», afirma el padre Trevant (Anthony Hopkins), experto exorcista galés que vive en Roma rodeado de gatos, diablos inquietos y una hermosa y algo lúgubre decadencia. Parece que Mikael Hafströn intentaba dar un giro al género en «El rito», aunque el asunto resultara ciertamente complicado. Y no sólo porque el filme de culto que realizó en 1973 William Friedkin siga pesando como una losa sobre las testas de cuanto director intente meter un pie en terrenos luciferinos, sino porque, en el fondo, el cineasta de origen sueco continúa cayendo en los mismos y viejos tópicos: así, y aunque no haya vómitos de colores, los poseídos hablan otra vez en lenguas desconocidas por ellos y el sacerdote joven atraviesa una crisis de fe de la que emerge fortalecido. A pesar de ciertos elementos interesantes (un arranque del filme que evoca la serie «A dos metros bajo tierra», la embarazada que acoge al Maligno, los clavos, cuatro, que vomita la propia joven), la película tampoco pasará a la historia como una de las grandes en lo que a seres atormentados por las fuerzas del Mal se refiere. Endiablada Regan...