España
La marabunta por Alfonso Ussía
En Las Palmas, entre UGT y CCOO consiguieron reunir a mil quinientos manifestantes
Como vivo en Madrid, no entiendo bien la animadversión tradicional que se establece entre canariones y chicharreros. Gran Canaria y Tenerife son dos islas prodigiosas, mágicas y habitadas por la cordialidad y la cultura. Con el resto de las Islas Canarias, componen el primer paso de España hacia las Américas, incluyendo entre las islas a la de San Borondón, un espejismo navegante y navegado que aparece y desaparece con la originalidad de un milagro. Ignoro la capacidad de convocatoria de los sindicatos en Tenerife, pero me consta la mucha que tienen y demuestran los de Las Palmas. Se puede afirmar, sin temor al resbalón o al error, que Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad dominada por los sindicatos mayoritarios.
El pasado sábado 15 de septiembre, los sindicatos invadieron con sus liberados y militantes afanosos las calles de las principales ciudades de España. Madrid, más que de liberados y militantes afanosos, fue invadida por mil autobuses que transportaron desde otros lugares a la Capital a los ardientes manifestantes. De acuerdo con las cifras, en alguno de esos autobuses apenas ocuparon sus cómodos asientos tres o cuatro sindicalistas, porque los datos de la participación no pueden considerarse gloriosos. Mil autobuses, sesenta mil personas. Pero en Las Palmas fue la monda lironda.
En Las Palmas, entre UGT y CCOO consiguieron reunir a mil quinientos manifestantes, y ello demuestra la enorme capacidad de convocatoria de nuestros modernos sindicatos. Una marabunta reivindicativa y social como jamás se había reunido anteriormente. En la playa de Las Canteras, un grupo de delfines sacaban la cabeza del agua y admiraban, entusiasmados, el logro sindical. Mil quinientos manifestantes, de los cuales, al menos mil cuatrocientos sesenta y dos eran liberados, y por ello, de asistencia obligatoria y vigilada por los correspondientes comisarios de Agitación y Propaganda, liberados también. Para no desorientar ni desmoralizar a los delfines, ningún bañista se atrevió a decirles que en realidad, los manifestantes voluntarios no superaron las cuarenta cabezas. Una indignación por los recortes más limitada que espectacular.
A la mañana siguiente, la del domingo 16, se celebraba el Día de la Bicicleta. Pocas cosas más aburridas que pedalear en compañía de un buen número de congéneres. En Aquisgrán, a los que participan en el Día de la Bicicleta les regalan las autoridades un queso de bola. En Las Palmas no regalaron nada a los ciclistas por un día, pero multiplicaron casi por veinte el número de asistentes con respecto a la jornada anterior. Sindicatos, mil quinientos liberados. Ciclistas, casi treinta mil voluntarios. Conclusión: Que los naturales de Las Palmas están de los sindicatos hasta la cima del Nublo, el bellísimo Roque Nublo que tanto emocionaba a Alfredo Kraus, igual que el Teide hermano lo administran sentimental y artísticamente «Los Sabandeños».
O los sindicatos contratan a los organizadores del Día de la Bicicleta, o su recorrido hacia la nada puede resultar más inminente de lo que se calcula. Que en Madrid se pongan de acuerdo cincuenta mil aficionados a pedalear carece de importancia. En Madrid hay gente para todo, sorteos de la Lotería Nacional incluidos. Pero que en momentos de duros descalabros económicos, treinta mil canarios pasen en bicicleta por encima de mil quinientos sindicalistas indignados, es para preocupar.
Para preocupar a Mendez, Toxo y demás haraganes. A quien firma, sinceramente, nada le preocupa el desmoronamiento de la golfería. Bien por Las Palmas.
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