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Carbonero arrasa con su aire felino por Jesús Mariñas
Parecían tres gracias en desgracia porque las guapísimas no tuvieron suerte amadrinando el nuevo champú al que prestan imagen. Fue una auténtica exhibición: desde el bellezón de Sara Carbonero, siempre rígida, al imponente cuerpo esculpido de Ariadna Artiles, muy de estilo neoyorquino, pasando por la más apacible pero bellísima Paula Echevarría. Un compendio de hermosuras sin parangón entre las que sobresalía la modelo canaria con 1,78 de altura. Este evento supuso una prueba de fuego, ya que el estudio en el que se realizó, próximo a la remozada Estación del Norte, era tan desangulado que podría inspirar novelas como las de María Dueñas o Ruiz Zafón. Soplaba un desagradable viento y la Prensa fue maltratada, primero obligándola a estar en la antesala del desvencijado local, nada acogedor, y después, retirada de la alfombra polvorienta que daba acceso al recinto. Un desbarajuste que se acrecentó por la maestra de ceremonias: una joven minifaldera que se dirigía al trío como:«hola, chicas». Al nuevo producto capilar le faltó glamour, aunque las tres madrinas pusieron todo su empeño. Era un espectáculo: el gesto siempre tímido de la deslumbrante Carbonero junto a sus ocasionales colegas, a las que superó con muchos puntos. Cada una remarcó el tiempo que llevan trabajando con la firma. «Hace dos años que soy imagen de Pantene», apuntó ésta. «Y yo seis», indicó Paula mientras estiraba su traje verde con pedrería. Fue un duelo verbal de sonrisas. Quizá las más hollywoodienses fueron las de Ariadne, que lucía la melena mejor peinada. Paula apareció descuidada. «Me peinó el de siempre, ¿es que no te gusta?», me preguntó. La diferencia era evidente, aunque con su cálida sonrisa lo compensaba. Ofreció una imagen de proximidad, de buena hija, muy diferente al descaro de Artiles, pendiente de mostrar tipazo. Pero,sin duda, fue Sara quien encandiló a los asistentes, sobre todo con su canalillo.
«Engordé un poco», me dijo la comentarista deportiva después de darme la bienvenida anticipada a su cadena televisiva. «¿Vamos a ser compañeros?» fue su saludo precipitado sin saber qué hacer con las manos y los brazos bajo un Hervé Leger casi tan precioso y preciso como aquel Gucci tricolor que también paseó Carlota Casiraghi, aunque con menos exotismo facial. Hablamos de su chico, Iker, y de lo bien que están, «aunque no pensamos en boda», recalcó. Reconozco que me fascina su aire felino y gatuno en la mirada. Fue la que acaparó más prensa, ganó por goleada, es lo suyo y más con el portero merengue. Paula era asediada sobre Bustamante: «Es el chico de mi vida; de momento no hemos pensado en tener más críos. El trabajo es lo primero y, gracias a Dios, no falta», confesó.
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