Barcelona

OPINIÓN: Votación a la catalana

La Razón
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En la huelga de tranvías de 1951 en Barcelona, ya se acuñó un sentido diferente a lo que en el resto del mundo se entiende como una huelga de transporte: aquí era el público que boicoteaba los tranvías.
Ahora, nos encontramos ante un genial invento político que podríamos llamar «votación a la catalana». Se trata de una votación que se prolonga durante semanas, sin listas previas; simplemente se registra uno cuando vota, lo que obviamente puede hacer en varios sitios.
En estos comicios se da el caso de que relevantes figuras políticas, que han de destacar por su ejemplaridad, se esconden de votar, pero anuncian el sentido de su voto porque no quieren que haya foto. En resumen, un presidente de la Generalidad y un ex presidente votando con nocturnidad: ¡Abracadabrante!
Así las cosas, todo el mundo sabe que esto de la consulta es pura política ficción, sin ninguna validez, cuya única consecuencia es la de hacer el ridículo, por un lado, y, por otro, crearnos una pésima imagen en España. Como vemos, sólo son beneficios.
Montilla, que fue un gran culpable de este circo actual, al no cortarle las alas a Carod, ha quedado ahora como un señor al tildar a Mas de irresponsable. En cuanto a los consejeros que no votan, junto con Duran Lleida, ¿serán tachados de antipatriotas? En fin, si hubiera vivido Alphonse Daudet hubiera escrito un delicioso «Tartarin se hace independentista».