Historia

Londres

Un falso París para engañar al enemigo

Hallan los planos de una ciudad fantasma para confundir a los aviones alemanes

De cartón piedra. Planos originales de la ciudad «fantasma» para engañar a los alemanes
De cartón piedra. Planos originales de la ciudad «fantasma» para engañar a los alemaneslarazon

Cuando se trata de ganar y de limitar los daños, en un conflicto, todo vale. Incluso levantar un París ficticio para confundir al enemigo. Por descabellada que pueda parecer, la idea no sólo se cruzó por la mente de los estrategas militares galos hacia las postrimerías de la Primera Guerra Mundial sino que fue plasmada en papel y, en parte, realizada.

Aunque conocido, de este inaudito proyecto se tenían pocos datos hasta que un medio británico ha desempolvado recientemente un número de «The Illustrated London News», fechado el 6 de noviembre de 1920, que revela exhaustivamente los planes del ejército galo para despistar a los bombarderos alemanes y proteger así la capital francesa de brutales ataques selectivos. Los ingenieros franceses habían reparado hasta en el más ínfimo detalle. «Falsas calles con sus lámparas eléctricas, falsas estaciones, falsas fábricas y hasta falsos ciudadanos listos para ser bombardeados por verdaderos alemanes», cuenta la publicación.

La aviación había irrumpido en el conflicto con fines de reconocimiento tácticos y ofensivos, y especialmente temidos eran los «Grossfluzeug» o «Gothas» después de que en 1917 realizaran sus primeras incursiones sobre Londres. Estos bimotores de gran envergadura con capacidad para cargar 600 kilos de proyectiles estaban dotados de un sistema de autodefensa pero no de radares, inexistentes en aquella época, lo que complicaba la precisión del ataque. Los pilotos navegaban «a vista», designaban sus objetivos aproximadamente y largaban la batería de bombas con la esperanza de dar en el blanco.

Contrato privado
Así, en 1918, hacia el final de la contienda, la DCA (Defensa antiaérea francesa) se lanzó a la construcción de falsos objetivos. La réplica, que el enemigo germano no podría desde el cielo distinguir del auténtico París, debía ver la luz en la periferia de la ciudad. El ingenio consistió en reproducir los lugares más simbólicos y los puntos estratégicos mediante efectos luminosos, pero ante la falta de medios tuvieron que recurrir a la empresa privada. El contrato se lo adjudicó el industrial Fernand Jacopozzi, el mismo ingeniero que iluminó por primera vez la Torre Eiffel, y concibió toda una serie de instalaciones luminosas para crear un doble de París, su «banlieue» (o suburbios) o estaciones de tren como la Gare du Nord o la Gare de l'Est, proyectada entre las localidades de Seyran y Villepinte. Según la revista gala en un número de 1920, los planos incluían edificios, andenes, trenes en marcha… Construidas en madera, las estructuras se recubrían de telas pintadas, translúcidas, con el objeto de imitar los tejados en vidrio. La publicación explica también cómo se utilizaron lámparas de distintos colores para iluminar los vapores generados artificialmente. «Los trenes se imitaban con superficies en madera colocadas sobre el suelo. Un alumbrado lateral proyectaba la luz al exterior como si viniera de las ventanas», explica la revista que detalla cómo el dispositivo se prolongaba hasta dos kilómetros para simular un convoy en marcha.

El proyecto incluía la construcción de tres sectores a las afueras de la capital pero sólo uno llegó a realizarse. Ironía del destino, las incursiones aéreas alemanas concluyeron antes de que las instalaciones estuvieran listas según relata «La revue militaire» en una edición de 1930. Es decir que la Gran Guerra tocó a su fin sin que tal ingenio pudiera mostrar su eficacia.
Ahora bien, sentó las bases de una defensa pasiva que serviría años después durante la Segunda Guerra Mundial, nuevamente frente al enemigo alemán. Concretamente en operaciones como la célebre «Fortitude» diseñada por los aliados para hacer creer que el desembarco tendría lugar, no en Normandía como fue el caso, sino en puntos como Paso de Calais o incluso en Noruega donde se situaron «unidades fantasma», obligando así al ejercito germano a movilizar sus tropas inútilmente. Estratagemas de despiste que el tiempo ha mostrado se utilizaron siempre en ambos bandos.