Miami

Exorcismos contra la muerte

Muchos artistas no pudieron resistirse a la fuerza de Marilyn, Warhol, entre otros, que quiso hacer de ella un «icono» n Dalí fue más allá, y en 1971 la pinta como si fuera el líder comunista Mao Zedong 

Exorcismos contra la muerte
Exorcismos contra la muertelarazon

Esto de las estrellas no es un invento de Hollywood. Viene de antiguo. Tan antiguo como el año ocho, cuando un publicista llamado Ovidio decidió hacerle la pelota a César convirtiéndolo en estrella del firmamento. Para ello, recapituló toda la mitología clásica e incorporó al político fundador del Imperio Romano, complaciendo y justificando así la dinastía de su sucesor, Augusto.

Mil novecientos cincuenta y cuatro años después –o sea, en 1962–, Nueva York es la nueva Roma. En la mitología del Imperio Americano las estrellas no son políticos, sino actores de cine. Y han trasladado el Monte Olimpo a las colinas de Hollywood.

Otro publicista, Andy Warhol, hace tan sólo dos años que ha decidido ser una estrella del arte. Ha tratado brevemente a Marilyn Monroe y sigue con afán su carrera. Al saber de su muerte, y de la ola de «suicidios simpáticos» que ésta ha provocado, corre a comprar una fotografía publicitaria y estrena un nuevo procedimiento, la serigrafía. Hasta entonces, Warhol se había limitado a pintar repetidamente botellas de Coca-Cola, billetes de un dólar y latas de sopa Campbell's. Andrej Varchola es hijo de emigrantes eslovacos, católico, homosexual, hipocondríaco, adora el dinero y la fama, y teme sobremanera a la muerte… Con Marilyn realizará su primer «exorcismo».

El deseo y la muerte son las principales bazas iconográficas del arte.
De «Las Señoritas de Aviñón» a las numerosas «Marilyn» de Warhol, pasando por la «Persistencia de la memoria» daliniana, la pintura actúa como exorcismo de lo inevitable. Y hay que entender la serie de Warhol como fruto de su fascinación por las celebridades de Hollywood, su deseo de convertirse en «uno de ellos», así como el perverso binomio atracción/horror que acarrea toda tragedia estética. Serigrafiando a Marilyn, convirtiéndola en algo repetitivo hasta el infinito, coloreándola de un modo tan basto como en los grabados populares del siglo XIX, «higieniza» el fenómeno mortal y lo eleva a la categoría icónica. Como afirmaba el propio Warhol: «Si tienes un problema terrible, cuéntalo en una cinta. Ahora tendrás una grabación memorable».

Otros artistas pop retrataron a Marilyn: Rosenquist, Mel Ramos, Richard Lindner y Robert Indiana. Pero sus obras la tratan como ídolo sexual, sin trazas funerarias. Warhol dio en el clavo, y celebró así su primera exposición significativa en Nueva York, en la galería Stable. Marilyn será su trampolín al Olimpo de la respetabilidad artística y la fama.

Afirmar que Dalí es maestro de Warhol no es ninguna ligereza. Cuando el solitario de Portlligat se afincaba en Nueva York, los dos artistas cenaban todos los domingos. Dalí había pintado su primera botella de Coca-Cola 17 años antes que Warhol. Pero con el retrato de Marilyn el artista pop tomó la iniciativa.

No será hasta diciembre de 1971 que Dalí se atreva a abordar la figura de Marilyn. Y lo hace superando a su discípulo desde lo aparentemente absurdo: le solicita al fotógrafo Philippe Halsman, que había retratado numerosas veces a la actriz, que metamorfosee un retrato de ésta con otro del líder comunista chino Mao Zedong, en previsión del histórico viaje que, en febrero de 1972, realizará el presidente Nixon a Pekín. Dos iconos: la celebridad muerta de Hollywood y el muy vivo representante del «peligro amarillo» comunista, fundidos en una banalización a la que el peso de la historia absolverá. Como bien decía Dalí: «Estos comunistas chinos son muy tecnócratas, parecen del Opus Dei».

Desaparecido durante largo tiempo, el autorretrato daliniano con la imagen de «Marilyn Mao» irrumpirá sorpresivamente en 1995 en una subasta del Servicio Postal norteamericano. Incautado en el aeropuerto de Miami a unos capos colombianos de la droga, se lo adjudicó un abogado judío de Pensacola por 110.000 dólares… Y es que su mujer también se llamaba Marilyn.