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«Tenemos el vicio de alargar la juventud»

Joaquín Pérez AzaústreProfesión: escritor y periodista.Nació: en 1976, en Córdoba.Por qué está aquí: su libro «Las Ollerías» obtuvo ayer el Premio Loewe de Poesía, un galardón que había ganado ya en la categoría joven.

 
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–Se ha impuesto a más de 700 candidatos, ¿tiene sentido la competición entre poetas?
–No lo veo así. He tenido la suerte de que unos escritores que son mis maestros hayan sido los primerlos lectores del libro y de que les gustara.

–¿No le da pudor que hayan sido ellos los jueces?
–Bastante, y también vergüenza. Pero tampoco me voy a esconder: me encanta que les gustara. Cuando uno escribe algo se arriesga al juicio ajeno.

–El galardón está dotado con 20.000 euros, ¿cómo se llevan los versos con los cheques?
–Estupendamente, como cualquier actividad artística. Los creadores tenemos la misma necesidad de llegar a fin de mes, aunque suene prosaico.

–Hace cinco años ganó este premio en la categoría joven, ¿se pierde la juventud tan pronto?
–Ahora tenemos el vicio de alargarla. Queremos seguir siendo jóvenes a los 50 y cada edad tiene su gracia. No tengo interés en perpetuar los 20 años.

–La juventud también supone una carga, supongo que alguien que se dedica, como usted,a escribir desde los 18 lo sabe.
–Cuando tenga 40 me seguirán llamando escritor joven, y ya con 34 no me siento así. La edad es una credencial de la vida que llevamos. Miguel Hernández murió con 31 y a nadie se le ocurre hoy catalogarle de poeta joven.

–Además de autobiográfico, «Las Ollerías» es una declaración de principios. Esboce alguno.
–Las Ollerías es una avenida de Córdoba que se convierte aquí en un espacio simbólico de la memoria. Este libro es un regreso a la patria emocional.

–El jurado lo ha definido como «inquietante», ¿qué le parece?
–Me gusta bastante porque tiene mucho de paseo nocturno. Me agrada también «enigmático», pues buscaba esa sensación de cuando vuelves a casa de madrugada, y conoces el camino, pero sabes que algo puede sorprenderte en cualquier momento.

–Del periodismo a la novela negra parando en la poesía. ¿La división en géneros no le interesa?
–Para nada. Escribo columnas desde 1994, novelas porque es mi manera de estar en el mundo y la poesía surge de vez en cuando. Los límites son fecundamente difusos.

–Aun así, asegura que la palabra «poeta» le queda grande.
–Me resulta más cómodo escritor porque no me suena pedante, sino artesanal.