España

La luz que ya no está

La Razón
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Ahora que llegan las fiestas y que las ciudades se encienden de noche para recordarnos que ya es Navidad, reparamos en que son muchas las carreteras de nuestro país que, por aquellos afanes de economizar de un Gobierno que ya se fue y que quería paliar su despilfarro con planes de ahorros disparatados, se han quedado sin luz.
Camino de la gasolinera con su coche, en aquel día de autos, el ex ministro Blanco debió de pensar que había asuntos que se hacían mejor a oscuras o, tal vez, simplemente, olvidó ese plan de ahorro energético que un día anunciara, en el que se preveía sustituir la luminaria por otra más eficiente… Fuera lo que fuese, el caso es que Pepiño no cumplió su compromiso y muchas de nuestras carreteras, las mismas que tomarán todos aquellos que elijan el coche como medio de transporte para pasar en familia los días señalados, en vez de verse iluminadas por la estrella de los Magos de Oriente, se volverán senderos tenebrosos. Resulta una absurda contradicción que, mientras se iluminan cientos de calles de toda España para celebrar las fiestas y tras haberse realizado costosísimas y terroríficas campañas de tráfico para evitar accidentes y conseguir que los conductores vuelvan a casa sanos y salvos, nadie se ocupe ahora de revisar los riesgos de tener tantas carreteras sumidas en la oscuridad. El problema es que Pepiño se marchó, y mientras se diseña el nuevo Gobierno para sustituir al anterior, no hay quien tome decisiones sobre cosas tan pequeñas como las bombillas, ni tan grandes como esa luz que sirve de guía a los jinetes del asfalto… Esa luz que ya no está.