Barcelona
Los vecinos de Sant Gervasi quieren recuperar la plaza Joaquim Folguera
La zona lleva más de dos años pendiente de las obras de la Línea 9 y las ventas de los comerciantes han bajado entre un 30 y un 50 por ciento
BARCELONA– Tras dos años y ocho meses de obras por la construcción de la Línea 9 y más de seis meses de paralización de las tareas por falta de presupuesto de la Genrealitat, a los vecinos de la Plaza Joaquim Folguera de Sant Gervasi se les ha agotado la paciencia. Los comerciantes ya no saben cómo subsistir ante la bajada de las ventas debido a la dificultad de acceso a la plaza y los vecinos lamentan haber perdido una zona ajardinada que aportaba vida al barrio.
«Estamos muy afectados por estas obras, ya no podemos más. La gente tiene muchas complicaciones para llegar hasta nosotros, que nos encontramos ahora escondidos, encajonados entre las obras», lamenta un camarero del Bar el Roble. «Antes teníamos la terraza en medio del parque de la plaza y ahora las sillas están rozando los paneles de las obras, ¿a quién le apetece tomar algo así?», comenta indignado.
Caen las ventas
«Desde que empezó todo este tinglado, he notado una bajada de ventas del 50 por ciento», dice Jordi, de 61 años, muy conocido en el barrio ya que vende la lotería de la Once desde hace más de dos décadas. Antes su caseta estaba situada en medio de la plaza, cerca de la salida del metro y de la parada del autobús, pero en enero le trasladaron a un rincón escondido detrás de las obras. «Nos hemos quejado al Ayuntamiento pero su respuesta es: o tomo este sitio o lo dejo», explica entristecido.
La indignación se siente también en las paradas del Mercado de Sant Gervasi, situado en la misma plaza. «Llevo más de treinta años en este mercado y nunca había visto la situación tan grave como ahora, entre la crisis y estas obras van a acabar con nosotros», dice Joan, que regenta una pescadería. «De momento nadie cierra, vamos aguantando como podemos», explica el comerciante.
El Ayuntamiento y la Generalitat anunciaron antes de Navidad que iban a resesarcir a los vecinos, pero hasta esta semana no han empezado las tareas para cubrir el enorme socavón que ocupa la plaza. Aunque el Ayuntamiento se ha comprometido a recolocar los jardines y los espacios para juegos infantiles, las tareas durarán cinco meses más. Sin embargo, seguir así hasta verano es demasiado tiempo para algunos comercios. Isabel, desde la tienda de ropa de mujer Nagala, dice: «Nos planeamos cerrar porqué las ventas han bajado un 30 por ciento y eso es mucho para nosotros».
«Con las obras hemos perdido la vida del barrio», lamenta Jacinto Icart, de 76 años, vecino y propietario de la centenaria perfumería Icart. «El restaurante hindú que abrieron aquí al lado ha durado sólo dos meses y han tenido que cerrarlo», comenta asustado.
Igual que Icart, la tienda de marcos y cuadros Carreras, fundada en 1954, conserva los clientes de toda la vida que le han ayudado a aguantar el negocio. «Antes me veían desde arriba de la calle Balmes pero ahora, con este parapeto que me han puesto delante de mi escaparate, no veo ni el día que hace, es una depresión total», dice enfadada la propietaria, Marta Carreras.
Entre otros daños colaterales, figura la presencia animales incómodos. «Han aparecido ratas por todas partes debido al agujero de la estación ya que se ha destapado antiguas cloacas», dice Salvador, vecino del barrio.
La movilidad también se ha visto afectada. «Lo del aparcamiento es un caos, han cambiado la entrada y sólo hay un carril para entrar o salir», dice el chico de la parada de frutas y verduras.
«Hemos perdido calidad de vida»
Hasta antes de empezar las obras, la plaza Joaquim Folguera era un oasis dentro de la zona alta de Barcelona. Sus frondosos árboles centenarios, la zona infantil de juegos y sus bancos había convertido ese espacio en un mágico rincón donde los vecinos pasaban la tarde con sus pequeños y los mayores se reunían para charlar. «Aunque ahora nos digan que van a tapar la plaza de nuevo, no será como antes, la taparán de cemento y ya que se han cargado una treintena de árboles centenarios», critica Isabel, vecina del Putxet. «Era el pulmón del barrio», recuerda Maria Teresa, entristecida aún por no volver a ver la frondosidad de los jardines en la plaza. «Y un parque para niños, donde yo bajaba a jugar cada tarde», añade.
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