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La nueva travesía generacional de Fernández-Braso

El galerista cambia el espacio de Juan Gris por un proyecto junto a sus hijos

Miguel Fernández-Braso, en su nueva galería madrileña
Miguel Fernández-Braso, en su nueva galería madrileñalarazon

La que fue galería Juan Gris durante 40 años es ahora Fernández-Braso, pero el cambio de nombre no es baladí, lleva implícita una clave de futuro, un mensaje de relevo generacional y un reflejo de organización familiar. Así es la nueva aventura emprendida por los Fernández-Braso con el fundador, Miguel, a la cabeza y sus tres hijos, David –director de la galería–, Miguel y Manuel. Juntos, acaban de inaugurar un nuevo espacio, más amplio y ambicioso, con la ilusión de seguir creciendo sobre los valores y los objetivos que han mantenido durante cuatro décadas: difundir el arte español contemporáneo, buscar la calidad, prestar atención preferente a jóvenes talentos que surjan y rescatar del olvido a artistas injustamente olvidados.
De entrada, sorprende el ambiente tan cálido y acogedor conseguido en un espacio de diseño tan amplio, en el que aún se nota el olor a maderas nobles de los entarimados. «Ése era el objetivo», comenta el fundador de la saga, feliz con este paso. No es nuevo en esto, cuarenta años de experiencia lo avalan. Sin embargo, Miguel no pasa por alto las dificultades que conlleva poner en marcha un proyecto así: «Es complicado siempre y más en los tiempos que vivimos, en los que nadie hace nada, la mayoría está con el freno echado. Nosotros rompemos esa inercia y estamos dispuestos a la lucha con mis años de oficio y la juventud, la fuerza y el entusiasmo de mis hijos. Yo solo no me hubiese atrevido».
Partiendo del título de la exposición que inaugura este nuevo espacio, «La línea que sueña», nos dice: «Éste es mi sueño de siempre, tener una galería moderna y cálida que sea definitiva, que continúe mi proyecto, que sea herencia para mis hijos». Pero, aunque los objetivos sean los mismos que en Juan Gris, «este espacio nos permite ser más ambiciosos, incorporar a autores de grandes formatos, que allí no se podía. Trabajar con más rigor y mayor exigencia».

El artista completo
El artista elegido para la inauguración es Pablo Palazuelo (Madrid, 1916-2007). Son casi cuarenta obras entre pinturas, esculturas y dibujos originales que, procedentes de su Fundación, han sido seleccionadas por el comisario Alfonso de la Torre. No podía ser otro, aclara Miguel, porque «Pablo fue amigo mío. Colaboré con él en varias publicaciones en mi revista "Guadalimar"en la que le dediqué un monográfico. Teníamos una relación fantástica. Para esta ocasión tan especial, quería a alguien relacionado conmigo, que fuera español y que tuviera importancia internacional». A Fernández-Braso se le nota su gran admiración por la persona: «Tuvo una vida dedicada exclusivamente al arte, entregada a su trabajo. Ejerció un tipo de pintura ajena a las modas, le daba igual qué se llevaba y qué no. Ha sido de los más rigurosos y entregados a su arte. Lo comercial no le interesaba, hacía lo que sentía y lo que en verdad pensaba que había que hacer. Es un ejemplo de artista completo que nunca buscó atajos. Su obsesión por el arte era casi mística». También le reconoce como uno de los mejores artista españoles de los últimos 50 años: «Es uno de los grandes, uno de los pintores más clarividentes de la vanguardia española. Influido por Paul Klee en sus comienzos como pintor mágico, fue evolucionando. La suya es una pintura de la geometría, pero no fría, sino cálida, siempre buscando líneas nuevas, proyectando nuevos espacios».
Para Alfonso de la Torre, «Palazuelo es un pintor que sueña y reflexiona continuamente sobre la línea, sobre ella refleja su intensidad y su obsesión y es capaz de generar multitud de reflexiones. Sus geometrías miran al mundo de la naturaleza, se nutren del de los sueños». En una de las salas que alberga la exposición ha recogido una frase del artista que simboliza su esencia: «Es la línea la que piensa y yo debo de estar atento a su pensamiento».

Mirar, observar, arriesgar
El futuro de este atrevido proyecto pasa por «hacer mejores exposiciones, ser más rigurosos y tratar de encontrar nuevos valores. Ir compaginando maestros con artistas jóvenes. Hay que estar viendo continuamente lo que se hace, atentos a lo nuevo, con ojos abiertos y buscando la sorpresa. Ésa es una de las misiones del galerista: mirar, observar y arriesgar», prosigue el fundador, que analiza también el estado actual del mercado del arte: «Los valores sólidos se mantiene bien, pero son tiempos difíciles para los experimentos, se va a lo seguro sin arriesgar». Entre los proyectos inminentes de la galería están los de Albert Ràfols-Casamada, Xavier Valls y, para terminar, el fotógrafo Leopoldo Pomés.


Un todoterreno de la cultura
Galerista, editor, y estudioso del arte, Miguel Fernández-Braso comenzó su andadura en 1971 con una modesta librería-galería en la calle Tudor de Madrid y en marzo, realizó su primera exposición. Allí concibió «Rayuela». Posteriormente vino la galería Juan Gris, donde desarrolló de manera más personal su labor como galerista. Su dedicación especial ha sido la escritura y la edición de libros de arte, así como en la fundación y dirección de la revista «Guadalimar» –iniciada en 1975 y editada durante 27 años–. Ha editado libros y obra gráfica sobre Chillida, Sempere, Martín Chirino, Feito, Viola, Saura, Palazuelo, y conversaciones con artistas como Tàpies y García Márquez, así como 40 monografías de artistas de la talla de Miró, Millares, Gerardo Rueda, Antonio López García...


- Dónde: Galería Fernández-Braso. C/ Villanueva, 30. Madrid.
- Cuándo: hasta el 18 de febrero. De lunes a sábado.