
Nueva York
Nadal no puede con Djokovic
Las gotas de sudor caían de la nariz de Nadal mientras botaba la pelota antes de sacar. Era el segundo set y mandaba 2-0 en el parcial después de haber perdido el primero. Podía despegar, alimentar su esperanza, pero no. Dieciséis minutos duró el juego y Djokovic consiguió recuperar el saque perdido. El sudor sólo fue sudor. No tuvo recompensa. Todo el partido, toda la final del Abierto de Estados Unidos, igual. En realidad, todo el año igual. Djokovic ha encontrado el antídoto contra el español.

El serbio, el número uno del mundo, aplica con Nadal la misma medicina que el manacorense con el resto de jugadores del circuito: le desespera, le domina, le manda, le destroza físicamente, mentalmente, y le gana el partido. Por sexta final en lo que va de 2011 «Nole» pudo con Rafa. Le ha vencido en tierra, hierba y cemento. A tres sets y a cinco. En partidos apretados y por resultados amplios. Simplemente ha sido mejor y el español tendrá que seguir buscando la manera de hacer frente al que ya supone el mayor reto de su carrera.
Porque no es que Rafa hiciera un mal partido. Ni un pero a su esfuerzo, pero donde los demás rivales sucumben, el serbio aguanta. Resistía los peloteos, llegaba a las bolas abiertas de Nadal, a sus derechas paralelas y al final era el español el que fallaba por arriesgar un poco más de lo habitual. Sus efectos no afectan a Djokovic, que devolvía las pelotas todavía con más intención.
Esta vez intentó cambiar de ritmo, de altura, jugarle bolas blandas y reveses cortados. Novak siempre le adivinaba la intención, como si le leyera el pensamiento. Cada saque del manacorense fue una tortura. Duraban siete minutos, ocho, diez, quince... «Nole» dio una exhibición al resto. Respondía a los servicios de su rival, tanto si era primero como segundo, con pelotas largas y a los pies. Cuando Nadal levantaba la cabeza ya tenía la bola encima. Y entonces Djokovic aplicaba el rodillo y dominaba pegado a la línea de fondo mientras Rafa tenía que buscarse la vida dos metros más atrás.
Fue una batalla épica en la que el número uno llevó la delantera. Cada «break» de Nadal era respondido de forma maquiavélica por otro de su rival, como si estuviera jugando con él. 2-0 empezó los dos primeros sets, y rápidamente remontó su oponente para tomar ventaja y llevarse ambas mangas. No había huecos, pero Nadal hizo caso a su tío y no se rindió nunca. Tuvo fe y se llevó un tercer set para enmarcar, de los mejores que se hayan visto en la historia, en el que Djokovic tuvo su saque para ganar y que acabó en un «tie break» increíble de Rafa. El de Manacor pegó cada derecha paralela con el alma para salir de todas las trampas que le ponía su rival. Ganó el set y a Djokovic empezó a dolerle la espalda. ¿Cuento? No se sabe, pero continuó. El problema de Nadal estuvo en su pierna, en los calambres. Iba en serio. No pudo correr más y hasta ahí llegó.
El undécimo grande tendrá que esperar
El undécimo «Grand Slam» de Nadal tendrá que esperar. Rafa ya no sólo pelea con los jugadores de su tiempo, lo hace con las leyendas y ayer en «Flushing Meadows» buscaba el undécimo título «grande» de su carrera, lo que suponía igualar a Bjorn Borg y Rod Laver en la lista. Tendrá que esperar a la próxima temporada para hacerlo. Un poco más adelante figuran Roy Emerson (12), Pete Sampras (14) y Federer (16). Pero Nadal tiene tiempo con sólo 25 años. Si Djokovic se lo permite.
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