Conciertos
Atrapado por su pasado
El escocés Mark Knopfler sedujo anoche en Las Ventas a una audiencia entregada desde el principio
Madrid- Hace mucho tiempo que Mark Knopfler dejó de hacer rock and roll. Cuando lo recupera es más por deudas, por ganas de complacer a esa audiencia que tanto dinero ha pagado por escuchar los viejos temas de Dire Straits. Pero Knopfler está ahora en otra cosa y lo suyo es el folk británico, como confirmó anoche en Madrid ante una audiencia entregada desde el primer segundo. Recibió una atronadora ovación al salir a escena. Luego se sentó en un taburete y allí permaneció casi todo el concierto. Otro detalle de lo lejos que está este hombre de los ritmos vigorosos. Así, desentonó el escenario elegido, la Plaza de Toros de Las Ventas. Sonó horrible y su espectáculo no es para eso. Pero le quedan tantos fieles de la época de Dire Straits que tanto da. Comenzó con «Border river» y prosiguió con «What it is» y «Sailing to Philadelphia». Uno de los grandes problemas de los arreglos de Knopfler es que todo suena igual, tan pulcro, tan aseado con las mismas notas de guitarra concierto por concierto. Es poco creativo y de esta forma es fácil aburrirse. Aunque siempre le quedarán canciones como «Romeo and Juliet» o la inevitable «Sultans of swing» para levantar al personal. Pero da la impresión de que Knopfler ya no se cree esas canciones, dada la aparente desgana con las que las toca. ¿Qué pintan todas esas canciones de Dire Straits (o al menos con esos arreglos, tan iguales al original) en un concierto de folk? Nada, salvo rendir pleitesía a la concurrencia. Pero ya se sabe que la foca baila mientras le echan sardinas. Hace bien poco Elvis Costello se presentó en un formato de música tradicional americana y tuvo el genio creador de cambiar los arreglos de sus canciones originales para adaptarlos a su nuevo estilo elegido. Eso es demasiado pedir para alguien como Knopfler. Es una pena que el riesgo que asumió al enterrar a Dire Straits y elegir el camino del folk para su carrera en solitario no se traduzca en un arrebato de artista puro a la hora de diseñar sus conciertos. No arriesga nada y esa es su lacra. Al final sonaron «Brothers in arms» y «So far away», que levantó un brutal clamor cerca de la medianoche. Fueron canciones por las que acudió la mayoría de los seguidores que tiene el músico escocés. Knopfler parecía saberlo, pues de otra manera no se entiende que en directo siga imitando, nota por nota, los punteos de sus discos originales. Pero el artista británico se mueve entre dos aguas. El folk del presente y las deudas del pasado. Como cantó Neil Young, «las cosas que te hacen vivir pueden matarte al final».
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