Conciertos

«Don Carlo» casi redondo

Temporada de la ABAODe Verdi. Voces: R. Aronica, A. Raspagliosi, R. Scandiuzzi, V. Stoyanov, M. Cornetti. Director de escena: G. Del Monaco. Director musical: R. Frizza. Coro de la Ópera de Bilbao y Sinfónica de Bilbao. Pal. Euskalduna. Bilbao.

La Razón
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«Don Carlo» llega al proyecto «Tutto Verdi» para abrir la temporada. Aún en italiano y con sólo cuatro actos, no es fácil encontrar un reparto ideal con prestaciones importantes para tenor, soprano, mezzo, barítono y dos bajos. De ahí que haya que conformarse con el programado en Bilbao, suficiente, que no esplendoroso. Roberto Aronica mostró valentía, impulso y alguna dificultad al cantar piano en el dúo final. Se había anunciado a Cedolins como Elisabetta, pero fue sustituida por Annalisa Raspagliosi, voz muy musical cuyo color recuerda a Freni pero con la mitad de caudal. Marianne Cornetti, Éboli consistente, padeció la lentitud de tempos en la «canción del velo» pero se desquitó en el «O don fatale». Vladimir Stoyanov fraseó bien la escena de la prisión y Scandiuzzi volvió a ser uno de los mejores Felipe II del presente.

Del Monaco, una garantía

La firma de Del Monaco es siempre garantía. Si se posee inteligencia y se conoce, no ya los libretos, sino cómo los compositores quisieron contarlos y se desea ser fiel a ello, siempre se lograrán propuestas escénicas cuando menos razonables. Lo es este «Don Carlo», elegante en decorados, vestuario e iluminación y lleno de perfumes escurialenses. La sala de batallas, el enorme Cristo desnudo de Cellini y el grupo escultórico real del altar mayor de la Basílica que se contempla desde la cámara privada del rey, recuerdan un monasterio al que sólo faltaba incorporar un esquinazo del jardín de convalecientes para el gran trío del acto I. La acción queda enmarcada en un cubo gigante cuyas puertas abren ágilmente los diferentes escenarios con un solo descanso. Hubo ovaciones para todos y ninguna protesta, pero el éxito habría sido más redondo si Riccardo Frizza hubiese puesto más pasión en su batuta, mortecina especialmente en la primera parte, y si los desajustes en coro y orquesta hubieran sido menos ostensibles.