Un órgano estéril por Sergio ALONSO

Aunque el debate viene de muy largo, ningún Gobierno, con independencia de su color político, se ha atrevido aún a ponerle el cascabel al gato. El hecho es que el Consejo Interterritorial de Salud, el máximo órgano de coordinación sanitaria entre la Administración Central y las autonomías, hace agua, sirve para bien poco, y tiene un alcance tan escaso como las leyes que Leire Pajín se está sacando de la chistera para intentar acabar de forma aseada la legislatura y llegar a la plaza valenciana que tanto ansía. Los ejemplos son abundantes. Para empezar, y en pleno debate sobre la subsistencia del actual modelo ante la grave crisis económica del país, el Pleno de este órgano no ha debatido en profundidad medida alguna de alivio o reestructuración, más allá de las quejas aisladas proferidas por algunos consejeros de Salud autonómicos. Alguien dirá que sí se ha hablado sobre la sostenibilidad.

De hecho, en marzo del pasado año se alcanzaron unos acuerdos que, a día de hoy, son sólo papel mojado y apenas han reportado ahorros a las arcas públicas. Baste decir que sólo un mes después de que Trinidad Jiménez vendiera entonces a bombo y platillo lo que sólo era humo, a juicio del PP, el propio Gobierno aprobó un drástico tijeretazo que ignoraba todo lo pactado, con objeto de recortar la cuenta de resultados de los agentes del sector y los salarios de los profesionales sanitarios.

El Consejo Interterritorial no es eficiente porque no tiene personalidad juridica propia, porque no existe voluntad política de otorgarle el protagonismo real que merece en esta España desvertebrada, y porque el peso real de la Sanidad en las políticas del Gobierno y en el conjunto de los poderes fácticos es pequeño, minúsculo. Más bien, ridículo. No es extraño que a la hora de la verdad sea el Consejo de Política Fiscal el que haga y deshaga en materia de financiación sanitaria, y que por el Interterritorial sólo pasen decretos menores que apenas sirven siquiera para saciar el ansia mediática de los consejeros.