Zaragoza

El eterno perdedor de apuestas

El eterno perdedor de apuestas
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Madrid- Todas sus quinielas orgánicas fueron siempre fallidas. Fió su suerte a la de Joaquín Almunia frente a José Borrell en las primarias en las que se disputó el liderazgo del PSOE en 2000 y falló; puso todo su empeño en la victoria de José Bono frente a José Luis Rodríguez Zapatero en el XXXV Congreso Federal y se estrelló; hizo lo imposible a finales de 2010 para que Tomás Gómez perdiera las primarias de Madrid contra Trinidad Jiménez y erró en el tiro… Es Alfredo Pérez Rubalcaba un eterno perdedor de apuestas. Aun así siempre logra reponerse de la derrota, hacerse imprescindible para los jerarcas y situarse, tras un tiempo en el «purgatorio», en la primera línea. Sea por su inagotable capacidad de trabajo, sea por su experiencia o sea por sus reconocidas dotes de encantador de serpientes, lo cierto es que en el PSOE pasan los secretarios generales, pasan las Ejecutivas, pasan los mandatos… y Rubalcaba permanece y se reinventa.

Esta vez apuesta por sí mismo, nada de ir de segundo. ¿Logrará por fin un acierto? A saber. La cosa está reñida y si el eterno número dos, que quiere ahora ser el uno, no sale victorioso de esta cita en unos días podría escribirse el punto y final de su carrera política, al menos de la primera línea, o no. Depende. Porque el cántabro es un superviviente nato que ha tenido un papel protagonista en casi todas las etapas del PSOE y hay quien sostiene que, pase lo que pase mañana, no está dispuesto a decir adiós en este momento.

Felipe González tiene la culpa de que el ex vicepresidente del Gobierno no tirará la toalla tras la histórica derrota del PSOE el 20-N, de la que muchos le intentan, injustamente, responsabilizar en exclusiva. «Si pierdes con 140 diputados te podrás ir; si la derrota nos deja por debajo de 120 escaños estás obligado a quedarte para enderezar esto», le dijo el otrora presidente del Gobierno justo en el ecuador de la campaña, tras un mitin en Zaragoza. Aun así, lo pensó mucho. Y fue de nuevo una larga conversación con González la que le llevó a intentarlo de nuevo y aspirar a la dirección de un PSOE al que sólo le espera una larga travesía del desierto. Así que si gana a Chacón, ganará su última partida y su primera apuesta. Nadie da un duro por que sea él quien encabece la próxima candidatura a la Presidencia del Gobierno, pero sí por que pilote la transición que precisa la socialdemocracia española y siente las bases del nuevo proyecto ideológico y del modelo de partido con el que el PSOE deberá recuperar la confianza perdida.

Eso por no hablar de las heridas que habrá que restañar tras este proceso congresual que ha abierto en canal al partido. Ya sólo faltan 24 horas para saber si gana o pierde. Y lo dicho: en el primer caso, revivirá políticamente; en el segundo, puede darse el adiós definitivo o abrir un paréntesis temporal a la espera de una nueva resurrección. Con Rubalcaba nunca se sabe…