París

El velo ya es un proscrito en las calles de Francia

Kenza esperaba este día desde que el Parlamento francés aprobara hace seis meses la ley contra el velo islámico integral en los espacios públicos. Ayer, la joven musulmana, de 32 años, y portadora habitual del «niqab», vestimenta que cubre todo el cuerpo menos los ojos, fue la primera en desafiar la prohibición y en hacerlo público.

La Policía francesa detiene en París a una mujer cubierta con «niqab» que protestaba contra la ley frente a Notre Dame
La Policía francesa detiene en París a una mujer cubierta con «niqab» que protestaba contra la ley frente a Notre Damelarazon

Decenas de reporteros y fotógrafos la esperaban a pie de andén en la estación de Aviñón, desde donde se trasladó en tren hasta París para participar en una concentración de protesta contra la ley que ayer entró en vigor. En ningún momento del trayecto fue sancionada ni detenida por vestir el «niqab», una práctica penada según la nueva norma con 150 euros de multa y un cursillo de ciudadanía por el que el castigo puede ser sustituido o completado si así lo estima necesario la autoridad judicial.

La manifestación prevista ante la parisiense catedral de Notre-Dame contaba más periodistas que participantes. Sólo Kenza y un puñado más de mujeres cubiertas con distintos tipos de velo islámico acudieron a la cita organizada por la asociación «No toques mi constitución», cuyo responsable ha hecho un llamamiento a la creación de un fondo de un millón de euros para abonar las posibles multas a las infractoras.

La protesta acabó con varias detenciones. La de Kenza y otra musulmana ataviada con «niqab», además de una mujer tocada con el «hiyab», pañuelo que solo cubre el pelo, y un grupo de militantes. Aunque paradójicamente no por contravenir la ley «anti burka», sino por manifestarse sin haber pedido previamente la autorización a la Prefectura, que ordenó los arrestos.

«No se trata de ninguna provocación. Sólo aplico mis derechos de ciudadana francesa», reivindicaba Kenza, defendiendo su «libertad de expresión y de religión» y advirtiendo con denunciar a Francia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en caso de ser multada. Aunque la asociación reconoció que había convocado la manifestación frente a la catedral de Notre Dame «porque es un lugar simbólico del poder que la religión católica tiene en el país», dijo su portavoz, Rachid Nekkaz.

Esta aviñonesa es una de las dos mil mujeres que, según el Gobierno de Sarkozy, utilizan diariamente el velo islámico integral en el país galo. También una de las entrevistadas por la misión parlamentaria encargada de redactar un informe previo a la ley, sobre el alcance de este fenómeno minoritario. Lo que explica la publicidad de su caso y la expectación mediática creada.

En los seis meses que han mediado desde su adopción, el Ejecutivo se ha empleado en hacer pedagogía para convencer a sus usuarias de abandonar una prenda que el Corán no impone, promovida únicamente por un islamismo radical como el de los salafistas, y a la que Nicolas Sarkozy declaraba la guerra hace menos de dos años al afirmar que «el ‘burka' no era bienvenido en Francia» por ser contrario a los valores republicanos y porque, según el presidente, es un «símbolo de opresión de la mujer».

Sin embargo, la aplicación del texto, que literalmente lo que prohíbe es cubrirse el rostro en cualquier espacio público, como calles, parques o centros comerciales, se antoja más complicada de lo previsto, según las fuerzas del orden. No sólo no dispondrían de los medios materiales, sino que el recurso a la fuerza está desaconsejado por una nota interna de Interior y, además, los agentes no estarán autorizados a retirar ellos mismos el velo islámico si la infractora se niega. Aunque si la persuasión no funciona, podría dar lugar a un control de identificación en la comisaría.

«Será infinitamente poco aplicada», denuncia Manuel Roux, secretario general adjunto del Sindicato de Comisarios, que estima además muy complicado poder demostrar que una persona obliga a otra a usar el «burka» o «niqab», un delito que esta ley castiga con 30.000 euros de multa y un año de cárcel, y el doble de la pena, si la víctima es una menor.

¿Qué regula la nueva ley?
Prendas prohibidas. Los pasamontañas, los velos integrales, las máscaras y cualquier otro accesorio o vestimenta que tenga por efecto disimular la cara, exista o no una intención en el uso de dicha prenda.

Excepciones. El texto prevé, sin embargo, una serie de circunstancias y situaciones constitutivas de excepción como las prácticas deportivas (elementos protectores del rostro), las fiestas tradicionales (máscaras de carnaval), los eventos artísticos o el uso de capirotes en las procesiones religiosas.

A quién incumbe. A todas las personas que se encuentren en cualquier parte del territorio francés, incluso a las turistas musulmanas, independientemente de la legislación vigente en el país de origen.

Espacios afectados. Todo lugar abierto al público o destinado a un servicio público. Calles, jardines, parques, playas, administraciones estatales o locales, cafés, restaurantes, cines, teatros, museos, hospitales, bibliotecas, colegios, comercios, bancos, estaciones de tren y autobús, aeropuertos y todo tipo de transporte colectivo. La circular sobre su aplicación estipula que las fuerzas del orden encargadas de su aplicación observen una cierta flexibilidad en los alrededores de los lugares de culto.

Sanciones. Una multa de 150 euros para el infractor, conmutados o completados, según decisión del juez, con un cursillo de ciudadanía. La persona que obligue a otra a cubrirse con el velo islámico sufrirá una multa de 30.000 euros y un año de prisión.