Estreno
El mal está en la mente
Es inevitable sentir cierta fascinación por algunos criminales que nos ha regalado la ficción en las últimas décadas. ¿Quién no se rindió a la perversa inteligencia de Hannibal Lecter en «El silencio de los corderos»? ¿Y qué decir de la locura lúcida de John Doe en «Seven».
Con algunos de los asesinos que aparecen en «Mentes criminales» sucede lo mismo, aunque en esta serie todo el protagonismo recae en un grupo de expertos que no se conforman con buscar y detener al criminal en cuestión. Previamente realizan los perfiles psicológicos de los asesinos para predecir cuál será su siguiente movimiento. La mente, ese enigma dentro de un misterio, es la verdadera protagonista de la serie, de ahí que los telespectadores se «enganchen» a una producción distinta, que da una vuelta de tuerca a las demás series del género, que se centran en la acción y dejan de lado la motivación. Vale que en ocasiones los guionistas ricen el rizo. Hoy, por ejemplo, se nos presenta a un taxista que secuestra a sus víctimas, las ahoga en metanol y les quita un trozo de piel del pie derecho, un ejercicio de fetichismo difícil de entender y, justamente por eso, tan atractivo para el espectador. No es cuestión de encontrar una explicación a los crímenes para justificarlos, es simplemente para que no vuelvan a suceder. «Mentes criminales» ofrece un aliciente adicional: reencontrarse con Joe Mantegna, un actor sumamente recomendable capaz de expresar lo máximo con el mínimo de recursos.
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