Historia
El diarioestadio
Oye, patria, mi entusiasmo; por Javier Ares
Otra vez el deporte ahogó miserias. Lo que los romanos dieron en llamar «circenses» sirvió para que el pueblo español dejara de gritar sus lamentos y vistiese las calles y los rincones del país con banderas de orgullo y ropajes de esperanza. Lo que nadie había conseguido nunca nos instala para siempre en el panteón de los elegidos. Ya hay algo por lo que este país puede presumir en estos tiempos de aflicción. Terminó España el torneo con una actuación excelente, como corresponde a un equipo histórico que tenía la obligación de exhibir todo su talento. La simple aparición del mejor Xavi permitió otro trazo mucho más artístico, y la Selección se bajó del andamio para danzar por el escenario. Quedará para el recuerdo su maravillosa interpretación en el Olímpico ucraniano. Como quedarán en la papelera de reciclaje las críticas a un entrenador que hace tiempo que aprendió aquello de que un técnico no hace milagros y es mucho si no hace el tonto. Los exégetas de la cosa, los que gustan de ir dando lecciones, habrán aprendido aquella de que en el fútbol, como en la vida, cuenta más el estilo que la forma, y que tanto da quién juega (el Madrid de los 60 ya alineaba al desaparecido Grosso de falso 9) cuando lo importante es cómo lo hace. Se trata de ser fieles a la idea que transforma a los obreros en artesanos. Así resulta más fácil de explicar una aparición tan deslumbrante como la de Jordi Alba. O las que aún están por venir.
La vida sigue; por Javier Ruiz Taboada
La vida sigue: en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la suerte nos ampare. La Selección ya es campeona de todo. Ojalá nos vaya igual de bien en los terrenos en los que nos jugamos el presente y el futuro más allá de la cuadratura de un balón que dominamos de Xavi a Ramos.
La vida sigue y esperemos que, con esta victoria, se cierren las heridas que solemos coser con cremallera cada vez que nos sangra desmedida la envidia, la venganza o la mala baba. El fútbol ha cumplido con su parte. Del Bosque, con el todo, y nuestros jugadores, con la historia, para dejar tranquila la memoria de los que jamás soñaron tan alto, tan grande y tan rojo.
La vida sigue para darnos la oportunidad de confiar más en nuestras posibilidades, para aprender del ejemplo de un equipo que a base de trabajo, disciplina e ilusión ha sacado adelante su proyecto. Ellos son un ejemplo para la juventud y para todos los que piensan que las cosas se consiguen con sólo desearlas.
La vida sigue, quién sabe si para lograr levantar la próxima Copa del Mundo, para vernos regresar al Estado del bienestar, para seguir luchando por lo que sin duda nos merecemos; un país mejor, un cielo más alto y un suelo más blando. Por un tiempo tendremos que levantar las manos y gritar convencidos aquello que ya arengara en su día Luis Aragonés: «¡Vamos, España porque vamos a ir!». Aquí Kiev y después gloria. Enhorabuena Campeones.
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