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El caviar rojo por Gaspar Rosety

La Razón
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Hace seis años éramos un equipo perdedor. Jamás cumplíamos las expectativas que levantaba la calidad de nuestros futbolistas. Estábamos acostumbrados a no pasar de cuartos. Desde hace cuatro años, con la Eurocopa, dimos un salto de calidad y, al ganar el Mundial de Suráfrica, nos convertimos en los mejores del planeta. De bocadillos de sardinas a caviar rojo. De eternos perdedores a constantes ganadores. Hicimos partidos soberbios, sublimes, y otros cuajados de sufrimiento. En la vida, no todos los días son fiesta. Aprendimos a jugar, a disfrutar y, al mismo tiempo, a sacrificarnos todos juntos, colectivamente. Ganamos como un equipo, sufrimos como una familia. Ahora, arrecian las críticas y ciertos debates artificiales que cuestionan al seleccionador. En las victorias y en las derrotas, Del Bosque ha lucido sus conocimientos y su enorme capacidad para manejar un grupo complejo, de líderes, capitanes y grandes futbolistas. Y lo ha hecho ganando. Somos primeros de grupo y clasificados con un gol en contra. El de Croacia fue un partido feo, espeso, raro. Son la octava selección del mundo. ¿Qué esperábamos, facilidades? Pongamos un poco de sensatez. Después de tantos bocadillos pasamos al caviar y resulta que ahora el solomillo de la clasificación nos parece poca cosa. Reflexión. A la Selección se le exige todo, pero no siempre se puede tener todo, ganar, dar espectáculo y golear. Mientras en las gradas se pedía a Llorente, Del Bosque sacó a Cesc y a Navas y arregló el partido. Sentido práctico sin concesiones a la galería.