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OPINIÓN: De Paz Vega a S Rushdie

La Razón
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La provocación es sana, sobre todo en cualquier manifestación artística, siempre que conlleve un riesgo para el provocador. Si usted ve por la calle a Mike Tyson y le mete el dedo en el ojo, es un osado; si lo hace con una anciana desvalida, es un agresor despreciable. Paz Vega, pibón de quitar el hipo pero lamentable actriz, ha querido «épater les bourgeois» con unas fotos en bragas en el altar de un templo católico. Una valiente transgresión de haberlo hecho cuando la Iglesia tenía potestad para castigar estas irreverencias con la relajación del pecador al brazo secular pero una estúpida ofensa gratuita a la feligresía de Gerena en estos felices tiempos de tolerancia. O sea: que al carajote del fotógrafo, o del publicista que lo haya contratado, le faltan cojones para organizar semejante sainete en una mezquita y que la improvisada «madonna» se mearía encima con la simple idea de tener que suplantar a Jadiya, la esposa del profeta Mahoma. Claro que los musulmanes no se conforman con la admonición que ha hecho la Archidiócesis de Sevilla y suelen lavar estas afrentas de un modo menos retórico pero más persuasivo. Por eso nuestras aguerridas «gentes de la cultura» aplacan su laicismo ante ellos. Con La Meca hemos topado.