Cataluña
Mesías Party por Toni Bolaño
El Tea Party ha plegado velas en EE UU. Se ha refugiado en sus cuarteles de invierno con el rabo entre las piernas. Obama les ha dado una somanta que durante una «temporadita» no olvidarán. Ahora toca lamerse las heridas. Sin embargo, su estilo ha hecho escuela. En la campaña de las catalanas les ha salido un remake, el Mesías Party. El hermano catalán del Tea Party cuida cada detalle. Desde el mensaje, en el que explica quienes son los buenos y los malos catalanes, los botiflers. Los buenos son los que siguen la estela de Mas. Los malos, los que «cuando cambie la tortilla, el que no sea independentista será un traidor». Joel Joan, presidente de la Academia de Cine Catalán, dixit.
Hasta la imagen, la iconografía. En este punto son rompedores. El cartel electoral de CiU no tiene desperdicio. En las redes sociales causa furor. Hasta los estómagos agradecidos de la escuadra mediática del régimen nacionalista han puesto el grito en el cielo. Artur Mas tiene un clamoroso parecido con el Moisés de «Los Diez Mandamientos». La única diferencia es que Moisés está rodeado de las nubes que anuncian la separación de las aguas y Mas de banderas independentistas que anuncian –esa es su intención– la separación de Cataluña del resto de España. Por lo demás, todo igual, brazos en cruz, mirada al infinito, imagen celestial. Ha nacido el Mesías Party con su líder divino al frente y con la intención de conseguir una mayoría absolutista para liderar su particular marcha por el desierto. Por eso, quizás, los teólogos del nuevo mesianismo nacionalista –convertidos en estrategas de campaña– descartaron la posibilidad de llamar al proyecto Cigaló Party –carajillo– pero no hubiera tenido tanto glamour. Con este nombre se parecería más a una secta chusca, aunque si la mona se viste de seda, mona se queda.
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