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OPINIÓN: La persona virtuosa

La Razón
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Respetar la conciencia, respetar la opinión... Son frases que suponen una actitud de respeto al prójimo. Con frecuencia, lo que se respeta es algo que daña al propio sujeto o a otros. Esta actitud haría incomprensible la actitud de Juan Bautista gritando a las gentes que se convirtiesen. Resultaría más curioso que, según más de un evangelista, la primera palabra de Jesús, al comenzar su ministerio público, fue «convertíos».

Parece que una postura de continuada abstención ante los actos del prójimo no está, sin más, entre los criterios cristianos. Hay acciones que se derivan de un concepto erróneo de la persona, cosa que sucede en nuestra sociedad, leyes y costumbres, que se establecen con consecuencias trágicas o antinaturales para los ciudadanos, familias, etc.

No son cuestiones de detalles, sino de conducir al olvido de una realidad humana: la capacidad de la persona de ser virtuosa. «La palabra "virtud"ha muerto o está a punto de extinguirse», decía Paul Valery en un discurso sobre la virtud. «A los espíritus de hoy no se les muestra como la expresión de una realidad imaginable en nuestro presente. No la he escuchado jamás y sólo la he oído mencionar en las conversaciones de la sociedad como algo curioso o con ironía».

Y Josef Pieper se pregunta: «¿Por qué no han de existir en un mundo descristianizado unas leyes lingüísticas por las que lo bueno le parezca al hombre, en el lenguaje, como algo ridículo?».