Grecia

Un año de sacrificios sin recompensa

El ajuste de 15.000 millones y la reforma laboral no han acabado con el desempleo ni mejorado el consumo 

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Detrás de las grandes cifras de la macroeconomía como el PIB, el déficit o la deuda pública, hay otra economía más humana, la real, la que afecta al ciudadano de a pie en su quehacer diario. Hace un año exactamente, José Luis Rodríguez Zapatero, presionado por los mercados y por sus socios de la UE, anunció una segunda ronda de ajustes para contener los ataques contra España y alejar el fantasma del rescate que se cernía sobre el país después de que la UE y el FMI tuvieran que inyectar a Grecia 110.000 millones en ayudas. Congelación de pensiones, eliminación del cheque bebé, recorte de sueldos a funcionarios o reducción de la inversión en más de 6.000 millones eran algunas de las medidas que se adoptaron. Después llegarían la reforma laboral, la de las pensiones y la subida del IVA en junio. Todo un paquete que, según el Gobierno, debería haber reflotado la economía en conjunto, la real y la macroeconómica.

Los problemas siguen
Un año después, no se puede decir, sin embargo, que los sacrificios hayan recompensado. Es cierto que el PIB ha crecido en el primer trimestre un 0,7%, frente a la caída del 1,3% del mismo periodo de 2010. O que las exportaciones han experimentado incrementos de dos dígitos en los primeros meses del año. Pero, como sintetiza Daniel Pingarrón, analista de IG Markets, el «tijeretazo» «no ha hecho que los ciudadanos españoles vivan mejor». Los recortes y las subidas impositivas han mermado su poder adquisitivo. «La subida del IVA ha encarecido los productos, reduciendo la capacidad de consumo», explica Juan Iranzo, vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Y eso, en un país en el que si el consumo interno no tira no lo hace la economía, es un problema. «En países muy castigados como Grecia, Portugal, Irlanda o España, si recortas pensiones y sueldos y subes los impuestos, provocas una caída de la demanda efectiva», coincide Juan Laborda, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IE). En marzo, las ventas minoristas, el termómetro más usado para tomar la temperatura al consumo, cayeron un 8,6%, con lo que acumulan nueve meses de descensos.

La tasa de paro, que ha pasado del 20,05% al 21,29%, es el ejemplo más evidente de que las reformas no se han filtrado a la sociedad. Iranzo tilda de «inexistente» la reforma laboral; y Pingarrón de «accesoria», porque no ha contribuido a reactivar el empleo y los ingresos del Estado.
Entre tantos nubarrones, necesarios para el servicio de estudios de Catalunya Caixa para que en el futuro mejore el nivel de vida, Pingarrón se queda también con algunos rayos de luz arrojados por las medidas. En su opinión, aunque su efecto haya sido nulo en la economía real, sí que han contribuido al menos a frenar la caída libre de la economía española y a mejorar su imagen en los mercados, lo que ayudará a que España, según sus previsiones, finalice 2011 dentro de las previsiones de déficit del 6 por ciento o muy cerca de este objetivo, algo en lo que coinciden tanto Laborda como Catalunya Caixa.

Más ajustes
No así Iranzo, que vaticina que con el crecimiento del 0,8% que calculan los analistas no se podrá cumplir con la previsión. «Si queremos recuperar el crecimiento, hay que acometer un ajuste de verdad, de 50.000 millones, sin más subidas de impuestos», ofrece como receta para que la economía salga del marasmo en que está sumida. Una solución que Laborda considera errónea. En opinión del profesor del IEB, el principal problema de España no es su deuda pública o el déficit, sino una deuda privada del 340% del PIB que sólo se puede solucionar vía quita. En cristiano: que los acreedores perdonen parte de lo que se les debe. Catalunya Caixa cree que más que nuevas medidas, lo que hace falta es profundizar en las ya puestas en marcha.