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Goya Toledo / Actriz: «Jamás he contestado a una sola pregunta sobre Penélope»
De cerca«Me hace gracia cuando dicen : Goya iba sola al ‘‘photocall''… No me gustaría pecar de antipática pero no cuento mi vida. Mis cosas las saben mi familia y mis amigas. Además, no me dejo nada dentro porque creo que no es sano, pero no me gusta que queden escritas cosas mías en un papel…Aunque tengo una vida maravillosa y soy muy feliz».
Acaba de llorar las mil y una lágrimas para representar su personaje de la película Maktub. Pero hasta las penas le sientan bien a esta canaria de pómulos incuestionables y sonrisa de piragua, tan discreta como apasionada y tan rotunda como entusiasta, sobre la que corren mil y un bulos: Ni es modelo, ni es la portavoz de Penélope Cruz, ni la hermana de las Toledo de la moda. Es, sencillamente, una espléndida actriz, mejor, cada año, si cabe, que vive la mejor de todas sus vidas, sintiéndose plenamente feliz.
-¿Como llega Goya Toledo a la película «Maktub»?
-Conozco a Paco Arango desde hace mucho tiempo. El estudió dirección de cine en EE UU, así que siempre quería dirigir y siempre me decía: El día que yo haga mi película tú tienes que estar. Así que desde el principio me tenía en la cabeza para esta película. Sobre todo porque el protagonista es un niño canario, así que yo, que interpreto a su madre, encajaba bien.
-¿Entonces el personaje le llegó «porque estaba escrito»?
-Es uno de esos personajes que te regala la vida. «Lo que estaba escrito» –que es lo que significa Maktub– es que conociera a Paco y que él tuviera la suerte de poder contar esta historia.
-Un personaje gratificante, pero duro ¿no?
-Lo duro no es interpretar mi papel. Lo duro es vivirlo… Aunque es la primera vez que me levanto cada mañana de un rodaje llorando. No me apetecía vestirme, hubiera ido en pijama a trabajar. Mi estado de ánimo estaba super bajo. Sólo de pensar que a una persona le puede estar pasando algo así… Lo pasé mal y me costó recuperarme, porque piensas en las madres, en sus hijos enfermos… Ellas mismas –sobre todo Marina, que fue casi mi guía–, me ayudaron mucho. Y yo no paraba de pensar en que nosotros vivíamos aquello tres meses y ya…Pero su drama seguía después.
-La historia nace en la Fundación Aladina, ¿qué relación tiene con ella?
-Conocí a Paco antes de que tuviera la Fundación y aunque luego he colaborado alguna vez, tengo más relación con ella ahora, con la película. Me gustaría involucrarme más pero de momento no puedo.
-No debe de ser sencillo convivir con niños en tratamiento oncológico…
-La primera vez que fui al hospital me sorprendió mucho, porque vas a allí a ver a estos niños y el drama que viven ¡y te encuentras con gente contenta, con payasos!. Yo no entendía el contraste el primer día. El segundo, un poco más. Paco me dijo: «Goya, esto puede ser fuerte. Si algún día te sientes mal, nos vamos a un cuarto en el que no pueden entrar los padres y te desahogas». Y el primer día le dije a Paco «dime dónde está el cuarto»… Porque de verdad, necesitaba desahogarme. Todo era impactante, pero más que nada esas madres tan alegres, tan efusivas… Desde luego es la manera más inteligente de llevar el tema.
-¿Suele ser solidaria?
-Según van ocurriendo las cosas. Si hay una catástrofe de pronto, me gusta estar ahí y ayudar.
-¿Sabe que hay quien piensa que los actos solidarios de las actrices son más de autopromoción que de otra cosa…?
-Es que eso es lo que hay que cuidar un poco. Yo soy solidaria y voy a donde me necesitan. Pero dar nombre a un producto, por ejemplo, ya me lo pienso más. Creo que cuando se tiene que ayudar, se tiene que ayudar, pero sin decirlo y sin sacar partido.
-¿Qué tipo de solidaridad se requiere para que salgan adelante tantos proyectos parados en el cine español?
-Cuando piensas en el mundo, en las cosas que tendrían que ocurrir tanto en el cine como en otros campos, piensas que todos deberíamos detenernos y amar más lo que hacemos… Sabemos que el cine es un negocio, pero también es una manera de contar historias. Entonces, hay películas que no son supertaquilleras, pero ¡tampoco son supercaras ¡Y hay que contarlas!
-¿Y también hay que subvencionarlas?
-¡Pues claro! Cuando una película tiene bajo presupuesto pero es una historia maravillosa se pueden hacer todo tipo de acuerdos entre productores, actores etc. A mí no me importa hacer una película de bajo presupuesto. Y si luego funciona, lo hará para todos.
-¿Y porque hay que subvencionar el cine y por ejemplo no la literatura?
-Bueno, esa subvención la debería defender el escritor. Cada uno tiene que defender lo que necesita. No es justo que porque el cine haya conseguido subvenciones los que no las tienen se las quieran quitar… Tendrán que buscar la manera de defender las suyas.
-¿Pero hay presupuesto para todo?
-No, pero si no hay presupuesto ¡que lo haya ! Tampoco me parece bien que se defiendan unas cosas y otras no, supongo que, aunque sea difícil, se tendrá que llegar a un equilibrio.
-Defender parece más sencillo que legislar… Y si no, que se lo pregunten a la ministra González Sinde cuya ley para regular las descargas ilegales ha sido echada para atrás…
-A mí me parece increíble. ¡Es que no lo entiendo! El otro día mi sobrina me dijo que sus compañeros de colegio se bajaban las películas, y hablé con ella y le explique, desde cero, lo que es el trabajo de un profesional de la música, del cine... Un músico no tiene horario, el actor tampoco… ¡Y también tiene una familia, hijos, una casa que mantener…!, Hacen maravillas ¡y no les pagan porque hay unos niños a los que no les han educado en su casa…! Mis sobrinas no se bajan una película, ni una canción, porque están hipermentalizadas.
-¿Y no habría que mirar alguna manera de adaptarse en vez de poner puertas al campo?
-Lo primero sería saber cómo hemos llegado hasta aquí. Porque esto es tan robar como llevarse unos zapatos sin pagarlos. No se puede justificar: hay que mentalizar a la gente de que el trabajo de los creadores hay que pagarlo. Y luego, no sé, pero yo creo que se sabe por dónde se podría regular.
-Descendamos al terreno de la memoria, ¿aún recuerda su llegada a Madrid desde su Canarias natal?
-La recuerdo. Fue un gran choque, porque nadie se había dedicado a esto en mi familia, era un mundo desconocido y todos me advertían «ten cuidado de esto… de aquello…» Menos mal que conocí rápidamente a gente maravillosa aquí, que es como mi segunda familia
-Primero trabajó de modelo pero no tanto como cree la gente.¡Sólo seis meses!
-¡Ahora no me importa tanto que me sigan diciendo que soy modelo, jajaja!... Pero entonces era muy joven y sólo trabajé seis meses en la moda, porque enseguida empecé en Antena 3 y renuncié a ello. Tenía en la cabeza que si era modelo no podía ser actriz. Ser actriz…¡como si el talento estuviera reñido con hacer un desfile! El caso es que yo quería que me vieran cien por cien como actriz y no como modelo ¡Y era imposible incluso cinco años después de haberlo dejado!
-Lo gracioso es que luego tuvo que hacer de modelo en el cine…¡Y le fue muy bien!
-Sí, en «Amores Perros». Recuerdo que cuando me llegó el guión dije: «¡Si yo no soy modelo..!»' pero en cuanto lo leí dije, en esta peli soy modelo y lo que haga falta.
-Es que el apellido Toledo ha sonado mucho en el mundo de la moda…
-Ya, pero no tengo nada que ver con las otras Toledo. Mis hermanas, que también son muy guapas, están tranquilamente en Lanzarote.
-Desmintamos también que es la portavoz de su gran amiga Penélope Cruz…
-Jamás he contestado a una sola pregunta sobre ella. ¡Pero lo intentan! ¿Qué puedo hacer? Tienes que seguir tu camino, sobre todo porque sé que no soy la única a la que le ponen etiquetas.
Personal e intransferible
Pasada la barrera de los cuarenta, Goya, más joven y espléndida que nunca, se siente con ganas de ser madre.
Y también de contradecir a quienes piensan que, a esa edad, la mujeres, y más siendo actrices, tienen menos posibilidades «¡Como si una actriz a partir de los cuarenta tuviera que jubilarse! El peligro es que eso se te meta en la cabeza y te hagas mayor. Yo he visto ancianos muy jóvenes». Reservada para el gran público, pero hasta gamberra en la intimidad, le chifla la cocina –«algún día me gustaría sacar un libro con mis recetas»– y le encanta la costura –«no hago bien los patrones, pero me encanta diseñar y coser. Intenté hacerlo una vez sin equipo y fue imposible. Algún día me gustaría repetir la experiencia más respaldada». Es flaca por naturaleza, despistada hasta la exageración y de una belleza serena, herencia de su madre, aunque la cabeza y el espíritu sean de su padre que se fue, dejándole su imborrable recuerdo, hace ya seis años.
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