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«Si llegamos a estar dormidos morimos todos»
FIUMICINO- «Eran sobre las nueve de la noche y acababan de abrir el comedor. Tras el primer entremés empezó a temblar el barco. Se oyó como un estruendo. Todos los platos se empezaron a caer, la gente gritaba, los niños lloraban. Era como el Titanic. Mi hijo había ido al baño, así que mi marido fue a buscarlo. Fue entonces cuando nos separamos». Teresa Corbelo, oriunda de Lanzarote, es una de las pasajeras españolas del «Costa Concordia». Junto a su marido, Benito González, y su hijo Pablo, de ocho años, cogieron el crucero con ganas de pasar unas vacaciones inolvidables.
«Llevábamos meses planeando las vacaciones para esto. Yo trabajo 7 días a la semana para tener 8 días de descanso en todo el año. Y mira lo que me ha pasado. Me merecía esas vacaciones. ¿Y ahora qué?», dice Benito a LA RAZÓN. «Esto ha sido muy dramático. Hemos pasado momentos muy malos, sobre todo por el niño y porque no encontraba a mi mujer». Tras ir a buscar a su hijo, este salmantino afincado en Lanzarote perdió a su esposa en medio del caos. «La tripulación me decía que esperase en el camarote, que no pasaba nada, pero no había quien se lo creyese. El niño no paraba de decir que quería ver a su mamá», cuenta.
«Yo estaba muy angustiada de haberlos perdido. Le decía a todo el que conocía que si había visto a mi marido y a mi hijo. Tras un rato, conseguimos encontrarnos». Una vez reunida, la familia sufrió lo que para ellos fue ineptitud por parte de la tripulación. «No sabían lo que había que hacer. Meterse en las barcas de salvamento fue muy difícil, pues el barco estaba tan escorado que era complicadísimo bajarlas», explica Teresa.
Ya a salvo en la isla del Giglio, fueron acogidos por los vecinos. «Nos trataron muy bien». No ha ocurrido lo mismo con la naviera, Costa Cruceros. «No nos han informado nada y, en mi opinión, tienen la culpa de lo que ha ocurrido». Teresa dice que va a demandar a la compañía y al comandante, pues los considera responsables de la tragedia. Por el contrario, tanto ella como su marido agradecen el trato de la Embajada de España en Italia.
En un hotel del entorno del aeropuerto romano de Fiumicino, donde han sido alejados con otros españoles, Benito y Teresa se quejan de que tras el impacto con los escollos, durante una hora y media los responsables del barco no hicieron nada. «Menos mal que esto no ha pasado por la noche. Si nos llega a pillar durmiendo, hubiéramos muerto todos», dice Benito. «No estaban preparados para una situación así. Ha sido un caos total. Eso de que las mujeres y los niños deben ser salvados primero debe ser sólo de las películas. Aquello era el sálvese quien pueda», comenta Teresa.
Hoy viajarán de vuelta a nuestro país. Vivos, con el miedo en el cuerpo, sin vacaciones y muy orgullosos de lo valiente que ha sido su hijo Pablo durante la desgracia del «Costa Concordia».
Un español octogenario desaparecido
En el buque Costa Concordia había 188 españoles, de los que siete eran miembros de la tripulación. Al menos un ciudadano de nuestro país está desaparecido. Se trata de un señor mallorquín de 80 años que viajaba con su familia. De acuerdo con la versión ofrecida por el embajador de España en Italia, Alfonso Lucini, el octogenario desaparecido, identificado como Guillermo, viajaba con un grupo de nueve personas entre los que se encontraban familiares suyos que se separaron durante el naufragio. También hubo una mujer española que resultó herida en el incidente, aunque de poca gravedad, por lo que recibió en la tarde de ayer el alta médica.
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