Londres
«La resistencia cristiana antinazi aún es un ejemplo»
El pasado 12 de marzo, en la antigua ciudad alemana de Münster, doscientas personas, católicos y protestantes, se reunieron para rezar por el fin del aborto y protagonizaron una «Marcha por la Vida» que acabó junto a la estatua del obispo Clemens Von Galen. Allí, leyeron uno de los sermones del obispo que enfurecieron a los nazis en los años 30 y 40 al denunciar su ideología totalitaria y la eliminación de enfermos mediante la eutanasia.
«Von Galen fue el obispo más claro y valiente contra el nazismo», explica el historiador y periodista José María García Pelegrín, quien lo incluye en su reciente libro «Cristianos contra Hitler» (LibrosLibres). «Era de familia noble, algo chapado a la antigua, de espiritualidad muy clásica. Esperaba que los nazis lo detuviesen en cualquier momento y dejó disposiciones para que la diócesis eligiese un sustituto en cuanto sucediese». Pero no llegó a pasar; los nazis no querían hacer un mártir de él.
Luego llegó a denunciar algunos abusos de las tropas norteamericanas y el bombardeo aliado. «Von Galen sigue siendo actual. Los nazis hablaban de que había vidas que no eran dignas de vivirse, para así eliminar enfermos, por ejemplo, pero él decía "nadie puede decir que una vida no es digna"», explica García Pelegrín. En su libro se recoge un documento clarificador: el mapa alemán con el censo religioso de 1925 y los resultados electorales de 1932: con exactitud matemática, se ve que en todas y cada una de las comarcas católicas el voto nazi era marginal.
Wilm Hosenfeld, director de escuela, patriota y molesto por el Tratado de Versalles, fue uno de esos alemanes que se dejó ofuscar por la propaganda nazi y se apuntó al partido. Pero el afán nazi por uniformizar la educación y su carácter anticatólico le hizo cambiar de opinión. Es el oficial que en la película «El pianista», de Roman Polanski, salva la vida al músico Wladyslaw Szpilman, y desde 2009 figura en Israel como «Justo entre las Naciones» en el Memorial Yad Vashem del Holocausto.
«Cuando era docente se saltaba las asignaturas nazis de temas raciales, y cuando llegó a ser oficial de interrogaciones en Polonia salvó a todas las personas que pudo. Iba a misa con los polacos, vestido de oficial, y hasta ayudaba en el altar, una escena insólita en un país ocupado y despreciado por los nazis», explica García Pelegrí.
Otro testimonio impactante del libro es el del militar protestante Helmut James von Moltke. «Estudió en Londres, tenía familia británica, y un tío-abuelo general que ganó la guerra franco-prusiana. Era jurista y reunió a gente variada, católicos y protestantes, para escribir los fundamentos de una Alemania postnazi. Fue quien difundió los textos de Sophie Scholl y los jóvenes rebeldes de la Rosa Blanca por Europa. Era contrario al tiranicidio. Antes de que lo ejecutaran dijo a su mujer que el juicio había sido irregular y que, de hecho, "nos han condenado por ser cristianos"», explica García Pelegrín.
En el libro figura también la historia de Karl Leisner, gran amante del Camino de Santiago y único caso de persona ordenada sacerdote a escondidas siendo prisionero en un campo nazi. Y por último, la polaca Irena Sendler, que rescató a 2.500 niños del gueto de Varsovia.
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