Roma

Mujer desesperada y trágica Enrique Miguel RODRÍGUEZ

La Razón
La RazónLa Razón

Emmanuela Dampierre, fallecida en Roma, más que personaje de ópera italiana, fue mujer de tragedia griega. Su agitada vida estuvo llena de sinsabores a los que no fue ajena con sus actuaciones. En primer lugar vamos a hechos concretos que trató siempre de presentarlos como agravios a su persona: su madre era la Princesa Rúspoli, que en Italia es un título nobiliario y no pertenecía por tanto a la realeza. Cuando se casa con el Infante Don Jaime se considera un matrimonio desigual, ella nunca fue Infanta de España por una tradición de la familia Real española, como no han sido Infantes ni han tenido el tratamiento de altezas reales, los maridos de las Infantas Pilar, Margarita, Elena y Cristina. En todos los casos, Don Alfonso XIII, Don Juan de Borbón y Don Juan Carlos han concedido un título Real y por tanto vitalicio, no hereditario, al infante y a las infantas, pudiendo utilizar los consortes el mismo con tratamiento de excelentísimos. Sus eternas quejas comienzan con el matrimonio, al que llega según ella obligada. En todo caso, la obligación la impuso su madre, la Princesa Rúspoli. Por cierto, no es la primera vez que los Rúspoli emparentaban con la Familia Real. La Condesa de Chinchón y Marquesa de Boadilla del Monte, hija del Infante Don Luis, hermano de Carlos III, se casó con el todopoderoso Godoy. La hija de este matrimonio se unió con el Príncipe Rúspoli. Volviendo a Emmanuela, Duquesa consorte de Segovia, al separarse de Don Jaime, contrae matrimonio con un millonario italiano y prácticamente abandonó a sus hijos Alfonso y Gonzalo, que estuvieron un tiempo bajo tutela judicial. Posteriormente se hizo cargo de los mismos la Reina Victoria Eugenia y en menor medida Don Juan y Doña María, padres de Don Juan Carlos. Mas tarde, se les inculcó la idea de que la renuncia al trono de España por parte del padre de los niños fue ilegal. Alfonso de Borbón batalló y conspiró siempre con esta falsedad. Pensaron que tenían la batalla casi ganada cuando el Duque de Cádiz se casó con Carmen Martínez-Bordiú. Al romperse el matrimonio, Emmanuela le declaró la guerra a Carmen, llamándola incluso ninfómana. No pensó nunca que las dos se casaron en tres ocasiones. Sus memorias destilaban rencor contra la Familia Real y casi contra todos. Lo dicho, una mujer desesperada y trágica, que ha vivido prácticamente un siglo estando siempre un escalón mas bajo de lo que ella creyó que le correspondía.