Barcelona
Una vanailusión por Julián García Candau
De ilusión también se vive, pero las vanas esperanzas destruyen la felicidad de los hombres. El Mallorca salió a jugar contra el Madrid creyendo que podía plantar cara. Craso error. Contra el conjunto madridista el balear debía mostrar la faz más característica del fútbol que su entrenador, Joaquín Caparrós, suele imprimir a los suyos. Arrancó creyendo en sus fuerzas y buscó el gol. La idea era dar el do de pecho y resultó que en el octavo minuto Conceiçao protagonizó eso que este año se denomina detalles. También, como ha ocurrido recientemente, regaló el balón e Higuaín no dudó y batió al meta israelí.
El Madrid, sin grandes presiones, sin un adversario poniéndole el aliento en el cogote, manejó el balón casi como quiso y llegó el segundo tanto, el que iba a matar el partido en jugada diferente a su fútbol directo. La pelota pasó por Özil, Di María e Higuaín y finalmente llegó a Cristiano Ronaldo que no perdonó. Fue jugada artesanal.
El juego madridista encuentra facilidades para llegar al área contraria cuando Özil está inspirado. Es futbolista con ingenio para abrir las barreras contrarias. El Madrid tiene en Di María el complemento para la velocidad. Entre el alemán y el argentino, distintos completamente, nacen jugadas que ni siquiera con defensa aguerridas y muy pobladas pueden resolver siempre los adversarios.
El Mallorca tuvo el mérito de no bajar los brazos tras la segunda diana. Intentó acortar diferencias, pero en vano. Buscó hallar progresiones por su banda derecha aunque Essien tampoco dio facilidades. En todo momento le faltó intensidad. El Madrid jugó muy a gusto y se llevó el triunfo para seguir a ocho puntos del Barcelona y el Atlético.
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