España
Crecer pero no así
En España hay políticos abnegados. Mujeres y hombres con sentido de lo público. Pero haberlos, haylos también que provocan todos los rechazos. En la calle crece, de día en día, el convencimiento de que a los políticos les importamos más bien poco. Que los que se importan son ellos. Que lo que realmente les preocupa y les ocupa es mantenerse en el poder a cualquier precio, el que sea, da igual. Todo vale, con tal de mandar. Un sacrosanto fin que justifica todos los medios. Pero hay algo que no tiene pase: ¿Cómo es posible que no seamos conscientes ni ellos ni nosotros -unos por acción y otros por omisión-, de que estamos cargándonos el Estado del Bienestar, algo que no ha caído precisamente del cielo, sino que se ha conquistado con abundante sudor y sangre? Todas las reformas laborales desde el año 1994 han sido para recortar derechos de los trabajadores. Hemos creado un sistema económico que basa su eficacia en la injusticia. Manda quien manda: mercados y bancos. Ellos son los verdaderos poderes del siglo XXI. Ellos, como bien se ve, quienes dictan las normas a los gobiernos elegidos por nosotros e imponen sus reglas del juego. Algo que sólo resolveremos nosotros. La sociedad civil. Ni aquellos que privatizan sin ton ni son, ni quienes confían todo al Estado lo harán. Unos y otros deberían saber que sin democracia económica no hay democracia política.
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