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Drogas

Diversión letal directa a la sangre

Inhalar óxido nitroso, el famoso gas de la risa, o alcohol, a través de los «oxy shots», se ha convertido en una moda ya consolidada entre los jóvenes que este verano acudían a fiestas y discotecas. Nuevas vías para evadirse que pueden acabar con la vida

Diversión letal directa a la sangre
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Al gunas no son nuevas, como el gas de la risa, pero este año han experimentado un incremento en su uso, ahora masivo en fiestas y discotecas españolas. Además se suman los chupitos de alcohol inhalado, más populares como «oxy shots», que se han convertido en una herramienta más en la «diversión» de los jóvenes. «El problema principal de este tipo de drogas es que son muy recientes y, aparte de las consecuencias a corto plazo que sabemos que tienen, desconocemos los daños de un uso continuado», subraya Carlos Roncero, coordinador del Centro de Atención y Seguimiento (CAS) de ayuda a personas con problemas de drogadicción del Hospital Valle de Hebron de Barcelona y profesor asociado de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Por un lado se encuentran los denominados «oxy shots», que han cobrado fama entre los jóvenes consumidores de alcohol para conseguir «borracheras más rápidas», pero estos «chupitos inhalados» «pueden producir lesiones en el aparato respiratorio y en el sistema nervioso central e, incluso, ser letales, porque al no pasar por el detoxificador del organismo, el hígado, van directamente a la sangre», apunta Alberto Borobia, farmacólogo clínico de la Unidad de Toxicología del Hospital Universitario La Paz.

Cómo afecta
Como advierte el vocal asesor y miembro de la Comisión Clínica de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Manuel Sanchís, en declaraciones a Efe, los efectos de este consumo pueden llegar a ser mortales si el organismo soporta concentraciones de alcohol superiores a cinco gramos por litro, el límite que el cuerpo puede tolerar. «En este tipo de consumiciones una inhalación puede equivaler a unas cuatro o cinco copas, con lo que el nivel de toxicidad que recibe el cuerpo en un instante es muy elevado», expone Roncero.
El principio básico que fundamenta esta nueva forma de consumo de alcohol, según explica Sanchís, es muy básico, el etanol, que tiene un punto de ebullición de 80 grados –el alcohol hierve antes que el agua–, con lo que es fácilmente convertible en vapor. El alcohol que se inhala es de alta graduación: bebidas con una concentración del 40 o 45 por ciento, como el vodka o el tequila, y «ni quien lo inhala, ni quien lo expende sabe dónde está el tope» de un consumo de riesgo porque, según Sanchís, no se han realizado estudios sobre los mecanismos que fundamentan el vapor de alcohol.
Lo que sí saben los jóvenes que se meten en esta peligrosa aventura es que quieren coger una «borrachera» rápida. A través de la mucosa, el alcohol llega a la barrera macroencefálica y produce «una borrachera aguda», con la consecuente depresión del sistema nervioso y unos efectos cardíacos graves cuando se superan los límites del organismo. El primero en resultar dañado es el aparato respiratorio, ya que la droga atraviesa la mucosa, que puede resultar dañada, según señala a Efe el neumólogo del Hospital Universitario La Paz de Madrid, Sergio Alcolea. Como el alcohol es una sustancia irritante, las consecuencias a corto plazo sobre el sistema respiratorio son inflamación de bronquios y de las vías respiratorias bajas, lo que puede crear crisis de asma o una mayor proporción de neumonías, según Alcolea.
Otra de las caras nuevas en el botiquín de drogas de abuso es el óxido nitroso. Pese a que ya lleva unos años en circulación, parece que este verano ha cobrado fuerza y se ha convertido en uno de los invitados de honor de las celebraciones juveniles. Hasta ahora era muy popular en Europa, sobre todo en fiestas, discotecas y clubs privados. En ellas, los jóvenes se pasan globos llenos de este gas incoloro para inhalarlo dos o tres veces y experimentar cierta embriaguez o una sensación de bienestar y alegría. Aunque el efecto suele prolongarse como máximo tres minutos, su consumo continuado no sólo crea adicción –como cualquier otro estupefaciente–, sino que también puede dañar la médula espinal. Esta secuela se debe a que el óxido nitroso bloquea la acción de la vitamina B12. Además, las sobredosis causan desmayos y hasta paradas respiratorias.
Roncero añade que «este gas se conoce y se usa en el campo de la anestesia desde hace muchos años, por lo que sabemos que en dosis controladas no hay problemas. Pero en este caso nos enfrentamos a un uso indiscriminado y cuyas cantidades de consumición con desconocidas. Así tras la primera toma, puede que no haya secuelas, sin embargo si esto se repite sin medida en un corto espacio de tiempo pueden producirse complicaciones. Tenemos que estudiar bien este fenómeno para conocer mejor cómo enfrentarnos a él».