NBA

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Son familia

La Razón
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La Selección de baloncesto no creó tanta pasión nacional cuando ganó el Mundial, y tampoco logró entusiasmo similar con sus éxitos europeos, como los del equipo de fútbol. El baloncesto nunca será deporte que pretenda equipararse. Siempre será más modesto porque sus canchas nunca llegarán a los cien mil espectadores. Nunca tampoco alcanzarán sus partidos de liga nacional las audiencias de los futbolísticos. Sin embargo, existe corriente de simpatía general hacia los campeones de este deporte porque en ellos se ven virtudes que no siempre se adivinan en los futboleros.
El fútbol es deporte de caballeros jugado por villanos. El baloncesto es disciplina de patio de colegio que es donde nació. Las canastas que colocó míster Naismith tuvieron la virtud de empujar a sus alumnos hacia la vieja fórmula clásica de «mens sana in corpore sano». El baloncesto es casi deporte familiar. Basta seguir la historia de los clubes más tradicionales para advertir en ellos la participación de jugadores hermanos y herencia pasional de padres a hijos. El fútbol llevó a dos hermanos, José y Mariano Gonzalvo, al Mundial de Brasil en 1950. La presencia de hermanos en las selecciones de baloncesto ha sido casi norma de obligado cumplimiento. Las familias de los Ramos, Sagi Vela, Codina, Laso, Estrada, Martínez Arroyo –padre, tío y dos hijos–, Jofresa, Martín, Fernando y Antonio, y últimamente los Reyes, Alfonso y Felipe, y los Gasol, Pau y Marc, entre otros, constituyen historia cercana, un mundo casi propio. A la mayoría los imaginamos en nuestra mesa camilla compartiendo merienda.
Posdata. Yo no tomaría café con Pepe.