China
Viva la deuda
Sinceramente, yo ya no sabría decir si es desfachatez del Gobierno o una falta de sentido de la realidad que nos embarga a todos los españoles, pero no acabo de entender que se nos presente como una gran noticia que Zapatero consiga pillar por ahí países dispuestos a prestarnos un dinero que tendremos que devolver. Yo es que no sé cuál de las dos noticias es peor: que China no nos vaya a prestar 9.000 millones de euros o que nos los vaya a prestar, como precipitadamente se nos anunció. Ambos casos –el del pobre que necesita pasta y el del pobre al que se la dejan– son tristes. ¿Dónde está la buena noticia? ¿En el vertiginoso aumento de un endeudamiento que no podrán afrontar las dos siguientes generaciones?
A mí todo esto me indica lo mucho que ha cambiado la mentalidad española y no exactamente para bien. Yo recuerdo la resistencia, el miedo, el dramatismo con el que, en los años de mi infancia, mis padres accedieron a comprar un piso a plazos firmando aquellas famosas letras del desarrollismo. Para ellos, para el español medio de su generación (la de la Guerra Civil), pedir un crédito era algo excepcional e inquietante, una responsabilidad, un riesgo, una sombra que planearía sobre sus vidas y que debía conjurarse con la amortización a ser posible anticipada. Una deuda era, en fin, una mala noticia. Para ellos alguien que celebrara su entrampamiento en un crédito habría sido un ser a temer. ¿Estaban equivocados o la equivocada es la España de hoy y no sólo este Gobierno presidido por un limosnero internacional y feliz?
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