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Sin remisión por Cástor Díaz Barrado

La Razón
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En una de las obras cinematográficas más bellas del cine negro americano, titulada Sin Remisión, de 1950, la protagonista, Eleanor Parker, se ve envuelta en todo tipo de desgracias y nada parece que pueda impedir que tenga un destino fatal. El sistema penitenciario norteamericano y las circunstancias que acontecen no son, desde luego, propicias para los protagonistas y, de este modo, todo les conduce a un profundo desapego de los cánones de una sociedad estable. La sociedad internacional camina, sin remisión, hacia la incertidumbre de manera permanente y, pocas veces, se advierten componentes que hagan de las relaciones internacionales un espacio en el que habiten la homogeneidad y la solidaridad. El conflicto, como realidad que define al ser humano, se proyecta en la sociedad internacional con toda intensidad y los mecanismos para su solución no resultan, con frecuencia, ni apropiados ni eficaces. Estamos lejos de construir una sociedad internacional que esté bien gobernada y está claro que la división en estados, al tiempo que ha servido como modelo a lo largo de los últimos siglos, expresa que se trata, en la actualidad, de un sistema agotado que precisa de profundos cambios. Ni siquiera los estados europeos son capaces de ofrecer una imagen de unidad y las posiciones nacionalistas y los intereses particulares terminan por imponerse al establecimiento de un proyecto común europeo. España está sufriendo por la ausencia de una política común europea en el ámbito económico. La falta de desarrollo económico y social en África se debe, en buena parte, al fenómeno de «balcanización» tanto de Estados como de Organizaciones internacionales lo que conduce a este continente a una situación con difícil salida. América pone de relieve, de manera continua, profundos desequilibrios, y de tal envergadura, que no se vislumbra la instauración de una zona de prosperidad. Todo ello, encuentra su base en el intento por cada Estado de imponer sus puntos de vista en las relaciones internacionales. La evolución de la sociedad internacional no parece que camine en la buena dirección y un solo acontecimiento, desafortunado, puede limitar los efectos de numerosos años de cooperación internacional. Las diferencias entre los Estados asiáticos son de tal magnitud que no existe una visión conjunta de este continente, con lo que sólo es posible analizar la realidad de Asia a través de las posiciones de cada uno de los Estados. El problema no es la sociedad internacional. El problema son los Estados. La existencia de cerca de 200 entidades estatales en el planeta hace complejas y difíciles las relaciones internacionales y, a pesar de las apariencias, no se avanza lo suficiente en la construcción de una sociedad más homogénea y estable. Ojalá el futuro de la sociedad internacional no sea el mismo que el que apunta John Cromwell, director de Sin Remisión, para Marie Ellen.