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Feudalismo por Cristina López Schlichting

La Razón
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No acabo de entender por qué el Gobierno de la Generalidad afirma que la «inmersión» (o sea, el obligar a todo el mundo a estudiar en catalán) es mejor que la pluralidad. En los cantones suizos la gente no se pelea. Se habla italiano, alemán y francés, y a nadie se le ocurre enfadarse por ello. Todo el mundo lo considera un plus. No, no es la lengua la que enfrenta a las personas, sino el uso político de la misma. La realidad es que en Cataluña no se puede aprender en castellano porque el nacionalismo catalán ha decidido que la lengua es su principal arma política y ha decidido uniformar con ella a la ciudadanía. La consecuencia de este empecinamiento cerril es la extirpación de la enseñanza en español de una parte de España. Es decir, el empobrecimiento cultural y la reducción de las libertades. Sería muy hermosa una Cataluña cuyos alumnos dominasen ambas lenguas perfectamente. Y donde cada cual pudiera elegir la lengua principal de sus estudios, sin ser excluido por ello. Pero sería demasiado civilizado para ser verdad. La consecuencia es que los universitarios catalanes no son duchos en castellano y no pueden acceder a tareas sofisticadas en lengua española. Están condenados a permanecer en su autonomía. Excepto los pudientes, claro: ésos hablan de todo –también inglés y alemán– y así pueden elegir entre salir de Cataluña o heredar su derecho a mandar sobre sus connaturales peor preparados. Es una forma de feudalismo moderno.