Estados Unidos

El drama de la izquierda (y V) por César Vidal

La Razón
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Que la izquierda española en lugar de poder contribuir a la solución de los problemas nacionales se ha convertido en parte sustancial de los mismos no admite mucha discusión. Sin embargo, semejante circunstancia, en lugar de crear una íntima satisfacción –como sucede en ciertos sectores de la derecha y de los nacionalismos– debe preocuparnos. Así es porque España, por multitud de razones, no es una nación donde se pueda producir la alternancia tranquila de tan sólo dos partidos de derechas como sucede en los Estados Unidos. ¿Tiene, pues, salida esa izquierda? A mi juicio, sí, pero siempre que se den ciertas condiciones. La primera es la desaparición de los dinosaurios. Al igual que Felipe González supo deshacerse del PSOE de Llopis, la izquierda actual tiene que emanciparse de la delirante extrema izquierda que va del 15-M a un sector importante del PSOE pasando por IU en una búsqueda no de la santificación de un poco ejemplar pasado si no de la construcción del futuro. En segundo lugar, la izquierda tiene que retomar la bandera de la lucha contra los privilegios, pero ese paso es imposible si se alía con unos sindicatos convertidos en inmensas paridoras de pesebres y unos nacionalistas que viven, literalmente, del expolio de los recursos de todos en beneficio propio. Si la izquierda desea sobrevivir y plantear una alternativa tiene que desasirse a esas castas privilegiadas y combatirlas frontalmente. En tercer lugar, la izquierda tiene que recuperar un mensaje de carácter nacional que luche directamente con los desvíos del interés común en pro de las prebendas regionales. En cuarto lugar, la izquierda – como supo hacerlo muy bien Tony Blair– debe saber mantener las conquistas y los logros conseguidos por la derecha. Aniquilar el sistema educativo público existente en los setenta o pretender una política estúpida como la de la Alianza de Civilizaciones han sido algunos de los pasos más dañinos dados por la izquierda en las últimas décadas. Desandarlos en pro de una enseñanza de calidad y meritocrática y de un fortalecimiento de la alianza atlántica demostraría que transita las sendas de la sensatez y no las del delirio. Finalmente, la izquierda debe asumir como tarea indispensable el fortalecimiento de una sociedad con libertad y justicia para todos. Mientras crea que la salida es esclavizarnos más con subidas impositivas o endeudarnos de cara al futuro con un aumento del déficit sólo contribuirá a la ruina de España, en general, y a la suya, en particular. La izquierda española necesita imperativamente un Tony Blair como lo necesitaron los laboristas. Rubalcaba no puede serlo, Tomás Gómez y la Chacón no dan la talla y Llamazares y su nuevo-senil engendro resulta impensable. La pregunta ahora es si ese papel lo podrá asumir Rosa Díez o todo el tinglado de la antigua farsa se desplomará arrastrándonos en su caída.