Crisis económica

El bienio maldito de Zapatero

Pese a estar en el ecuador de la legislatura, el Gobierno afronta su segunda remodelación. Desde el 2008, el paro se ha duplicado y España dejará de ser la octava potencia

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MADRID- La sensación está en la calle. Aunque el Gobierno apenas ha rebasado el ecuador de su mandato, la situación que vive el país hace que parezca mucho más lejano en el tiempo aquel 9 marzo de 2008, fecha de las últimas elecciones. Pero desde que aquel Ejecutivo tomara posesión sólo han pasado poco más de dos años que han instalado una impresión generalizada de desconfianza.Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), todos los ministros suspenden la gestión a ojos del ciudadano y el único que roza el aprobado –por décimas– es el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Aumenta significativamente la ventaja del PP sobre el PSOE –en 6,6 puntos, según la última encuesta de NC Report para este periódico–, una evidencia más del desgaste de un Gobierno que ha sufrido ya una remodelación en abril de 2009 y que, según todos los indicios está a punto de vivir otra este verano, sobre todo para dar salida a los más que «quemados» Celestino Corbacho y Elena Salgado, titulares de Trabajo y Economía. La reciente comisión anticrisis ya es historia, las soluciones que todos ansían no llegan, y en La Moncloa se agotan los conejos que sacar de la chistera. El Gobierno, obligado a recaudar como sea para hacer frente al tremendo gasto social, se enrocó en su decisión de subir el IVA a partir de julio, medida que no es compartida en absoluto por el principal partido de la oposición y, ni que decir tiene, por el contribuyente, que deberá hurgar un poco más en el fondo de su ya mermada billetera.Sin embargo la «puntilla» a este Gobierno se la asestó él mismo cuando aprobó el pasado jueves el «tijeretazo» sin ningún apoyo parlamentario. Las medidas de ajuste para reducir el déficit pasan por bajar el sueldo a los funcionarios (un 5 por ciento de media), congelar las pensiones y liquidar el cheque-bebé, un recorte que ha caído como un jarro de agua fría sobre el sufrido ciudadano.Lucha de partidos aparte, el mensaje de los datos es machaconamente elocuente. Si en marzo de 2004 sólo el 14,3% de los españoles consideraba mala la situación económica, hoy son cinco veces más, el 72,4%.¿Qué ha ocurrido en estos dos años? En primer lugar, el problema del desempleo se ha acentuado hasta cotas dramáticas, pese a los optimistas pronósticos del ministro de Trabajo («no llegaremos a los cuatro millones de parados de ninguna manera», declaró en su día Celestino Corbacho). Si coincidiendo con la reválida socialista en las urnas se contabilizaban 2.3154.331 desempleados, ahora la cifra se ha duplicado, hasta alcanzar los 4.612.700 y se han perdido casi dos millones de empleos, según la última EPA. De hecho, éste es el principal problema del país para el 81,8% de los ciudadanos consultados por el CIS en febrero pasado, un porcentaje sólo superado el mes anterior –82,6%– sin precedentes en la historia reciente. España queda así a la cabeza de la tasa de paro de la Unión Europea, con un 20,05%. Por si fuera poco, la morosidad bancaria llegaba a finales del pasado año al 5,08%, casi cuatro puntos más, la mayor en 13 años, según un informe del PP. El prolijo balance negativo muestra, asimismo, que la previsión de crecimiento anual ha pasado de un 3,1% a un -0,3%, de manera que España será este 2010 la única gran potencia en recesión. El billete en el furgón de cola para salir de la crisis está asegurado, con una consecuencia a corto plazo: dejaremos este año de ser la octava potencia económica del mundo y, según el FMI, ocuparemos el duodécimo puesto en 2012. En este sombrío escenario no es extraño el aumento de las peticiones de ayuda a Cáritas: 400.000 llamadas de auxilio en 2007 se han multiplicado por dos como reflejo de la acuciante necesidad que habita a la vuelta de la esquina. Nada menos que 1,5 millones de personas viven en situación de pobreza severa.La última mala noticia llegó el viernes. La agencia de valoración de riesgo Fitch rebajó la nota que da a España como país seguro para invertir. La otra gran firma del sector, Standard & Poors, lo vio venir un mes antes y también retiró la calificación óptima. Ninguna de las dos ve clara la senda que ha emprendido el presidente.