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Una «bad girl» muy sensual por Lluís Fernández

La Razón
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Si Donna Summer solamente hubiera interpretado «I feel love» se la consideraría la reina absoluta de la disco, pero tuvo tantos éxitos seguidos y de tal calibre en los años 70 y 80 que ninguna cantante pudo apearla del regio podio de la fama. Ni Gloria Gaynor con su mayor éxito «I will survive», ni la sofisticada Grace Jones y su megahit «La vie en rose». Donna Summer inició la moda disco antes de que Nick Cohn escribiera «Fiebre del sábado noche» y John Travolta señalara desde el centro de la pista la bola, abriendo el camino hacia las nuevas catedrales de la música de baile a millones de jóvenes dispuestos a seguir sus ritmos hasta la madrugada. Donna Summer era americana y, sin embargo, triunfó en Europa de la mano de ese genio de la música pop que fue Giorgio Moroder. La descubrió haciendo coros con el grupo «Three dog night» y la hizo grabar su primer éxito: «Love to love you baby». Un largo y quejumbroso canto de amor en celo. La interpretación de Donna Summer era tan «caliente» que fue prohibida en multitud de radios debido a los 22 orgasmos simulados que «Time Magazine» contabilizó en el disco. El sencillo para las discotecas duraba 17 minutos y con él se inauguraba un nuevo formato de singles de 12 pulgadas, conocido en España como maxisigle, de los que se vendieron millones de copias. El éxito de Donna Summer comenzó en las discotecas gays que se abrieron en numerosas ciudades, en donde se impuso el estilo musical discotequero: petos, pantalones acampanados, apariencia de «macho man» y luces cambiando al ritmo de la música.

Valía la pena ir a ver «¡Por fin ya es viernes!» (1978) por verla cantar «Last dance» con su tono de voz de mezzo-soprano, y recordar su versión de «Hot stuff», famosa tras su puesta en escena por los parados de «The Full Monthy» (1997). Pero el cénit de su carrera llegó con la interpretación a dúo de «No more tears», junto a la diva gay por antonomasia: Barbra Streisand. Con Donna Summer se va la época de los destellos, la fiebre del sábado noche, el baile y la música disco. Y su sensual belleza de «bad girl».