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Natación / La reina despistada

Mireia Belmonte posa sonriente con su segunda medalla. «Pesa, eh... Pero es un peso agradable», reconoció
Mireia Belmonte posa sonriente con su segunda medalla. «Pesa, eh... Pero es un peso agradable», reconociólarazon

LONDRES- Las emociones se acumulan en el cuerpo de Mireia Belmonte. Tanto, que un día después de ser subcampeona olímpica por segunda vez no sabía lo que sentía. «Las sensaciones están un poquito reprimidas. Aquí estamos en una burbuja», reconoció con una plata en el cuello. ¿Sólo una? «Perdí la llave del cajón en la que tenía guardada la otra», desveló la nadadora catalana, la reina de España en los Juegos, la despistada Mireia. No es el primer «olvido» que ha tenido. Las semifinales de los 800 metros las disputó con un bañador rosa porque se había dejado el suyo en la Villa Olímpica. Los genios tienen estas cosas. Y Belmonte puede ser considerada un genio, la primera nadadora española con dos metales. Lo suyo ha tenido que trabajar para lograrlo. Trabajos forzados de noche a noche, multiplicados desde hace dos años con su nuevo entrenador, Fred Vergnoux. A las cinco se levanta cada día y a las 5:45 ya está en la piscina. Por la tarde otra sesión, después de comer e ir a la universidad. Ocho horas entre gimnasio y agua. Con Vergnoux ha llegado a nadar 120 kilómetros en las semanas de más carga. «Y eso antes era impensable», asume. También es capaz de levantar 120 kilos en sentadilla, una burrada. «Si Fred no es todo, es casi todo. Él todavía no se lo cree mucho. Al ganar la primera medalla lloró, yo también, y nos hablábamos y ni entendíamos lo que decíamos», afirmó ayer. Su técnico la convenció de que los 800 podía ser su prueba. «Yo decía que no, que era demasido larga...» Y la chica de las uñas largas con los colores de los aros olímpicos logró la plata. Ahora se tomará un merecido descanso antes de pensar en el próximo Mundial de Barcelona. Ayer aprovechó para irse de compras por Londres. Hoy volverá a España. «Y las medallas las guardará mi madre», dijo. No sea que ella vuelva a perder la llave.