Desarme de ETA

Autista y Felón

La Razón
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No es concebible la defensa del interés nacional por quien en siete años de involución y decadencia ha demostrado no haber alumbrado ni implementado con dignidad un proyecto de nación. Y ésa es la clave para entender la tozuda negativa de Zapatero a llamar a los españoles a las urnas, sabedor como lo es de que el problema económico de España es, en última instancia, un problema político.
El interino presidente y una parte del PSOE siguen zascandileando e intentando agarrarse a las piedras para hacer posible lo imposible: probar a última hora y contra todo pronóstico que esta segunda legislatura no ha sido la historia de una ruina y un fracaso en los planos institucional, social y económico. Pero lo ha sido, y la peor noticia ahora es que el Gobierno, apresurada y atolondradamente, provocase de forma artificial un espejismo de paz.
Si en efecto está trabajando en ello, esperando un comunicado esperanzador en actitud mendicante, esas prisas simplemente contribuirán a incrementar el precio que ETA pretende cobrar antes de la consecución de sus objetivos políticos; y esas prisas vulnerarán el derecho a la justicia, a la memoria y a la verdad, exigencia capital de unas víctimas del terrorismo a las que algunos ilusos pretenden dar por amortizadas o rendidas.
Convendría que, en sus sempiternos toqueteos con el terrorismo, Zapatero abandonase su ceguera y su perfidia; que dejase de preparar una pista de aterrizaje a los pistoleros abriendo la vía a su impunidad; que reparase en lo que significa legitimar el relato de medio siglo de crímenes. Y, sobre todo, convendría que no allanase el cumplimiento de la profecía del batasuno Barrena: «Los que hoy son terroristas, puede que mañana no lo sean, siempre y cuando ganen la batalla política».