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Waterloo por Julián Redondo

Waterpolo femenino, primeros Juegos, primera final. Exitazo. Las chicas se han bautizado: «Guerreras». Primeras medallas olímpicas de verdad en taekwondo, que significa «camino espiritual del pie y del puño». Es decir, patada o puñetazo certeros y a dormir. Waterloo, película de Sergei Bondarchuk, con Rod Steiger y Orson Welles; aquella batalla que perdió Napoleón. Una frase del general Pierre Cambronne: «¡Mierda!... La Guardia muere, no se rinde!». Se rindió. Otra, del vencedor, el Duque de Wellington: «Al margen de la batalla perdida, no hay nada más deprimente que una batalla ganada». David Cameron, primer ministro británico, rotundo: «Para los franceses es difícil aceptar nuestro éxito». Parafraseando al «premier» con el baloncesto: para los franceses es difícil aceptar la derrota. Paulo Coelho: «El sufrimiento encarado sin temor es nuestro pasaporte a la libertad». Lo sabe Maider Unda y no lo ignora David Rudisha. El que han expedido a Usain Bolt y a Yohan Blake, ajenos aparentemente al padecimiento y a la fatiga, es para la gloria, por ahora compartida en porciones desiguales.