España

Las quitas de la deuda por Alejandro INURRIETA

La Razón
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L a crisis griega, al igual que la del resto de países occidentales, es de naturaleza sistémica o de modelo económico, por lo que poco se puede actuar desde un Gobierno, o incluso desde la Comisión Europea. La falta de visión de la magnitud de la crisis, cuyo origen está en el epicentro financiero, universitario y político de EE UU como bien revela el documental «Inside Job», choca ahora con una serie de medidas correctoras que son inviables y a la vez contraproducentes.

En el caso griego estamos ante una crisis de deuda privada, y también soberana, con serios problemas de crecimiento, dada su estructura productiva, similar al de España, pero también al de Irlanda o el propio EE UU. Con estas premisas, y siendo conscientes de la dificultad de repagar la deuda griega, la Comisión Europea diseñó un programa de ajuste, al dictado de Alemania y Francia, que hundía la economía griega, con el señuelo de que, una vez destrozada su economía, resurgirían y volverían a crecer, y así poder pagar los préstamos (al 5,5%), que impuso la propia Comisión. Esto es lo que se denomina la austeridad expansiva.

Este modelo de ajuste, también recetado para España, Portugal e Irlanda, se ha demostrado inviable, pues condena a la recesión, al provocar una deflación tan brusca, que imposibilita el repago de la deuda. Las recetas son conocidas, y ya se han demostrado inútiles, es decir reducción del gasto público, bajada de salarios y pensiones, despidos masivos en el sector público, restricción de crédito y coste de la financiación muy elevado. Con estas recetas, fruto del predicamento neoclásico, el mismo que nos ha llevado a esta crisis, se ha vuelto contra él mismo, y ahora los mismos que lo diseñaron y fracasaron, quieren reeditarlo, aduciendo que la culpa es del propio país.Hasta que los miembros de la Comisión y del FMI no se den cuenta que sólo cabe una salida a la crisis sistémica que nos asola, que es una quita ordenada de deuda pública y privada de este conjunto de países, entre los que hay que incluir a España, Bélgica, Italia y el Reino Unido y también la banca alemana. Sólo a partir de ahí se podrá empezar a poner los cimientos para relanzar la demanda interna, pues el problema es la demanda efectiva y no los costes relativos, como nos siguen machacando los mismos académicos y políticos que nos han traído hasta aquí.


Alejandro Inurrieta es profesor del IEB