Francia
Debates distintos por Iñaki EZKERRA
Sobre la cuestión del multiculturalismo, sobre la que ahora se ha pronunciado Angela Merkel de manera pesimista, lo ha dicho todo o casi todo Giovanni Sartori al distinguir entre sociedad multiétnica o multirracial y sociedad multicultural. La primera no sólo es posible sino que es inevitable y de ella somos todos fruto porque las purezas de sangre son una ficción. La segunda es inviable y más aún cuando el inmigrante pretende hacer valer una cultura teocrática que propone la destrucción de la sociedad occidental, de la democracia y de los valores que le acogen.
Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, se han dado a menudo por buenas y por ejemplares muchas experiencias «multiculturales» que el presente deja cada vez más en evidencia porque la moderna sociedad de los medios de comunicación demanda eso: comunicación. El gueto no es el triunfo ni el ejemplo del multiculturalismo sino lo contrario: la expresión más obvia de su fracaso.
Otra cosa es mezclar con este asunto el del racismo y la xenofobia provocados por la crisis económica y por el precio que les cuesta a los países desarrollados mantener los servicios sociales para la inmigración. Otra cosa es mezclar churras con merinas, confundir dos debates distintos y que prenda fácilmente el discurso contra el inmigrante en países como Alemania o Francia, donde desgraciadamente hay una larga tradición racista a la que Merkel y Sarkozy pueden andar lanzando guiños populistas de interés electoral. Aunque les resulte paradójico a quienes en nuestro país están intentando hacer cruzadas contra el islam e introducir en nuestro mapa electoral un lepenismo que en el fondo tiene las raíces laicas, son la tradición y el humanismo cristianos de la derecha española los que pueden conjurar entre nosotros esa tentación que no ha podido conjurar la cultura ilustrada e igualitaria en Francia.
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