Estreno teatral
Inyección de colágeno por Marina CASTAÑO
Es el último grito en EE UU, la moda de las mujeres que quieren disfrutar al máximo de sus relaciones sexuales sin que haya dudas de si alcanzarán o no un orgasmo satisfactorio. Se trata de una inyección de colágeno, como las que se infiltran en la cara, el escote o las zonas que se desean rejuvenecer, pero en el punto G, en el discutidísimo punto G al objeto de que se hinche y por tanto que reciba más rozamiento y más fricción durante el acto del coito. Es cierto que hoy día, cada vez con más frecuencia, vemos caras hinchadas, que no rejuvenecidas, por ese dudoso tratamiento de meterse colágeno indiscriminadamente, una substancia que el cuerpo humano deja de producir con el paso del tiempo, provocando el envejecimiento de la piel, las arrugas, el descolgamiento y todos esos efectos propios de quienes van cumpliendo años. Pero esta novedosa aplicación es algo inesperado, aunque no nuevo. Su práctica es muy sencilla y sólo necesita una pequeña dosis de anestesia local para que no se perciba ningún tipo de molestia. También la paciente debe señalar al médico dónde se encuentra o dónde ella localiza su punto G, pero ¿de verdad saben todas las mujeres situarlo correctamente? No se podría afirmar con rotundidad, muchas veces se produce un desconocimiento absoluto de las partes sensibles al placer y existen quienes no tienen del todo explorada su zona de máxima excitación. Por otra parte, esta posibilidad, que ayudaría a muchas féminas con problemas para lograr su orgasmo, no es conocida ni ha sido divulgada debidamente. La pregunta que me hago es la siguiente: ¿Gozará de tanta aceptación como las infiltraciones de este mismo producto en el rostro o en los labios? ¿Está al mismo nivel, en la escala de valores femenina el placer y la apariencia?
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