África

Túnez

Manu Brabo: «Los rebeldes huyeron y nos dejaron solos»

Manuel Sejias Bravo, alias Manu Brabo, aterrizó en el aeropuerto de Barajas acompañado por el embajador en Túnez, Antonio Cosano. Por fin, y tras seis semanas de incertidumbre en Libia, el fotógrafo español abrazó a sus padres.

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Brabo, que se crió en Gijón, Asturias, nunca perdió la esperanza «porque si no acabarías siendo un andrajo en una celda». Como la mayoría de enviados especiales a países en conflicto se conoce el peligro, pero «siempre se piensa que le va a tocar a otros». El fotoperiodista cubría la guerra libia. El 5 de abril fue capturado en la carretera entre Brega y Ajdabiya. «La cagamos un día pisándolo igual un poco más de lo que lo teníamos que pisar», reconoció. Él y otros periodistas estaban en primera línea cuando se produjo un ataque entre las tropas de Muamar Gadafi y los rebeldes –«el Ejército de Pancho Villa»–, quienes huyeron. «Nos dejaron allí». Después Brabo lo narra como de auténtica «película»: «Nos acercamos a la carretera y comenzaron a disparar sobre nosotros. Nos pillan, se bajan del coche, te fríen a culatazos, te suben a una pick-up, te llevan a una casa, de allí a otro sitio y te someten a un primer interrogatorio con los ojos vendados».

Tras 43 días en distintas ciudades y celdas, el martes por fin se produjo el proceso judicial a los tres reporteros. «Tras ese juicio, en el que el fiscal que nos había interrogado en otras ocasiones se puso en cinco minutos la toga e hizo de juez, se nos declaró inocentes». Durante la rueda de prensa, el joven se emocionó en más de una ocasión al saludar a compañeros y amigos, muchos de los cuales lanzaron una plataforma en internet para pedir su liberación. Al ver la campaña #Freemanubrabooutoflibia, el fotógrafo asturiano reconoció «haber flipado». Ahora no sabe si volverá a Libia, «porque si me pillan una segunda vez no sé si me voy a salvar» y, aunque adora su trabajo y estaba cumpliendo su sueño, de momento «tratará de hacer vida normal» con familia y amigos, además de descansar en su Asturias, después de «tomar unas cervezas en Madrid».

El surafricano no lo logró
En el ataque en la carretera, los rebeldes huyeron y dejaron a los periodistas a su suerte, que se convirtieron en «blanco» de las tropas de Gadafi. Brabo consiguió ponerse a cubierto, pero el periodista surafricano Anton Hammerl resultó herido cuando intentaba alcanzar uno de los vehículos de los rebeldes que huían. Cuando las fuerzas de Gadafi capturaron a Brabo junto a los reporteros estadounidenses Clare Gillis y James Foley, el español sólo vio que Hammerl estaba tirado «pálido y con las tripas fuera».